Las alarmas sonaron fuerte este lunes en los medios de comunicación para anunciar el fallecimiento de dos personajes de la televisión chilena de fines de la década de los setenta y durante los ochenta.
Con su muerte, Eduardo Ravani y Alipio Vera quedaron -por distintas razones- en el imaginario colectivo de quienes vivimos el periodo más oprobioso de la dictadura de Pinochet.
La televisión de aquella época oscura de nuestra historia fue usada por el régimen militar de facto para anestesiar conciencias y mentir abiertamente sobre los crímenes de lesa humanidad que se perpetraban a diario en las mazmorras clandestinas que funcionaban en todo el país.
Tanto Ravani como Vera eran periodistas de profesión, pero el primero amplió su giro hacia la dirección de televisión, donde integró el grupo de fundadores de Televisión Nacional de Chile, el canal público intervenido durante diecisiete años y puesto al servicio de la mentira informativa y adormecimiento de la sociedad.
Vera volcó su talento a la difusión documental de lugares y comunidades poco conocidos de nuestra geografía. Con un estilo cercano y sencillo abría los corazones de pescadores, campesinos, mineros, arrieros y de cuánto oficio existe desde el norte al sur extremo.
Hasta hace poco tiempo aún se exhibían repeticiones de sus programas en Canal 13 y Mega, con el éxito de sintonía que siempre lo acompañó. Chiloé y la Patagonia debieran estar de luto luego de la partida definitiva de este periodista, que hizo de la humildad de trato un sello de su propuesta audiovisual.
En la vereda del frente, Ravani será recordado por ser junto con el músico Jorge Pedreros uno de los creadores del Jappening con Ja, espacio humorístico que ha sido tildado de distractor de la dictadura, una dura acusación que el propio periodista-comediante terminó reconociendo en su libro autobiográfico Con Ja y sin Ja: “Sin querer fuimos utilizados, unos tontos útiles de la dictadura”.
De forma paralela, hacia fines de marzo y comienzos de abril de 1986, chilenas y chilenos buscábamos el mejor lugar para seguir el paso del cometa Halley, un fenómeno estelar que ocurre en promedio cada 75 o 76 años. En ese momento muy pocos podían contar cómo había sido la visita anterior, en 1910.
En ese inicio de otoño de hace ya 37 años, la dictadura continuaba en lo suyo y se preparaba el atentado contra Pinochet. En el espacio estelar, el cometa Halley se acercaba a la Tierra y era usado por el régimen para distraer la atención sobre lo que ocurría en el país, cuestión que el propio ministro secretario general de Gobierno, Francisco Javier Cuadra, reconoció en una entrevista que le realizaron veinte años después.
“A comienzos de 1986 la agenda de cambios legislativos para la transición se atrasó. Por ende, el gobierno se quedó sin agenda política, mientras la agenda económica la estaba trabajando el entonces ministro Hernán Büchi. Yo no tenía tema para marzo y abril. Sólo tenía la agenda de ciencia, con el cometa Halley. Mandé a buscar material a Europa y con eso nos batimos en TVN. Y el tema prendió de inmediato en todas partes. Todo lo que pasó fue responsabilidad mía. Por lo demás, el cometa Halley existía y lo que se hizo fue una pauta comunicacional que privilegió ese dato, como se hace también en las pautas comunicacionales de los medios de prensa de hoy día”, reconoció Cuadra.
Nada nuevo bajo el sol dirá usted, y con justa razón, puesto que en la historia abundan los ejemplos de manipulación de medios y utilización de eventos y seudoeventos con fines políticos.
Con toda su experiencia, Eduardo Ravani lo descubrió tarde.