Las mentiras de Juanito, un cuento no tan cuento… [Por Mauricio Vidal Guerra]

14 de mayo de 2023

Es bien sabido que se pilla antes a un mentiroso que a un ladrón, y que las mentiras tienen las patas muy cortas… A esta altura de la vida deberíamos tenerlo más que claro. ¿O no, Juanito?

La cotidianidad, las experiencias, los malos ratos, y las malas personas, nos dan pistas sobre las verdades verdaderas, esas verdades tan potentes que no podemos olvidar, sea cual sea su razón. Y una de esas certezas es que este cuento (no tan cuento) es una buena manera de acercar el valor de la sinceridad a la gente, a la ciudadanía, y mostrarles las consecuencias de las mentiras y los engaños. Y al mismo tiempo, dejar desnudo al mentiroso, esperando su descontrol, y su violencia otra vez, para tratar de seguir adelante con la creación de realidades tóxicas y con intenciones terroríficas. Planificando lo que dice con «amigos» por conveniencia, infiltrados, desarrollando fuego amigo, día a día.

Un viejo comunicador, que cuidaba un rebaño de ovejas mal tratadas y sin contratos ni beneficios, tuvo la idea de mentirle a los vecinos de su aldea y así inventar miedos e inseguridades. Alarmando a hombres y mujeres, siguiéndole el juego a su patrón, y con cara de susto, gritar con todas sus fuerzas “¡Que viene el lobo!”, sin que hubiera una pizca de verdad en ello. Inventando monstruos inexistentes, locuras y robos, angustias y temores.

Los habitantes del pueblo, sin dudarlo un instante, corrían despavoridos, tratando de escuchar al viejo y aprovechador comunicador, para evitar que el lobo se comiera sus cosas, para escapar de las fieras que inventaba Juanito, sin responsabilidad, ni algún tipo de conciencia sobre lo que hacía o mentía. Sólo le importaba la retribución económica que cada vez le entregaba su patrón.

Juanito se reía a carcajadas escondido, a puertas cerradas, donde tenía un pequeño Androide al que le contaba sus cosas, y con el que hacía volar su maquiavélica imaginación…

Y no tardaba mucho en volver a vociferar sus invenciones, sus malas intenciones, sus deseos más reprimidos, sus mentiras más elaboradas. 

Este cuento aún no tiene fin. Pero seguramente un día Juanito necesitará ayuda de verdad… Gritará, se le caerá aún más el pelo, tratará de contar lo que ocurría realmente cuando estaba a cargo de las ovejas. Que llenas de miedo no podían decir mucho. Y cuando algo intentaban eran sacrificadas rápidamente para que los rumores no se expandan. Porque el delirio de persecución adentro del galpón era algo profundo. Y si alguna lograba valientemente salir, y buscaba ayuda en la autoridad del pueblo, de manera automática Juanito y un familiar del patrón de nombre Beto, escondían raudos a las ovejas o las enviaban a otros lugares, negando su existencia y ocultando sus incumplimientos legales. Y nadie decía nada.

Algún día, Juanito será desechado, cuando lo hayan estrujado lo suficiente y las metas se hayan cumplido. Y nadie se acordará de Juanito. Aquel que llegó de otras tierras a buscar oro a manos llenas, sabiendo dónde estaba metiéndose. Ese día, seguramente intentará nuevamente gritar algo, o quizás, el acuerdo final sea tan bueno que prefiera irse y pasar desapercibido, tal cual como llegó.

Para no levantar sospechas, o para que quienes fueron traicionados por Juanito durante todos estos años no digan nada de lo que hizo. Ó para que nadie recuerde que culpaba al resto de todos sus groseros errores.

Quizás grite, quizás llore, quizás le de lo mismo. Pero lo que hizo y dijo quedará. Tal cual las mentiras que vociferó por el pueblo, o las verdades que ocultó y que afectan a la misma gente con la que trabaja.

Ahí Juanito, pierde todo tipo de decencia y hombría. Escondiendo a quienes te hacen la pega con tal de que no te pillen de que no hay contratos ni beneficios.

Estaremos de acuerdo entonces, en que no está bien obtener algo con engaños ni reírse de la buena fe de los demás. De la supuesta credibilidad que puede llegar a tener alguien, o de inventar que se tiene.

Pero Juanito sigue revolcándose en sus mentiras y órdenes del patrón mientras ve a los aldeanos tener cada vez más miedo.

Y más temprano que tarde, Juanito verá a un lobo de verdad. Asustado, gritará tan fuerte como pueda:

—¡Lobo, lobo! El lobo persigue las ovejas.

Pero los aldeanos pensarán que él estaba tratando de engañarlos de nuevo, y esta vez no creerán lo que dice. Y Juanito llorará inconsolablemente mientras el lobo huirá con todas sus ovejas, y lo mirará de reojo con una sonrisa socarrona.

Al atardecer, el viejo Juanito regresará a la aldea y les dirá a todos:

—El lobo apareció en la colina y ha escapado con todas mis ovejas. ¿Por qué no quisieron ayudarme?

Entonces la gente le responderá:

—Te hubiéramos creído, así como lo hicimos antes; pero nadie cree en un mentiroso incluso cuando dice la verdad.

Escrito por: Mauricio Vidal Guerra, periodista, director ZonaZero.cl