El «escapismo» es una especie de estrategia para afrontar algo, pero que implica la tendencia a evadir el mundo real. Se busca la seguridad y la tranquilidad en un universo de fantasía. Se escapa constantemente a la aceptación de lo que es real. Lo que sencillamente es. Te llenas de excusas, de falsos discursos para convencerte de que estás actuando bien, y que lo que dices es verdad. Mientes, te reúsas a aceptar lo que todos ven, y seguramente te convences de que todos están equivocados, o que hay una especie de persecución en tu contra… Ejemplo locales hay. Y de autoridades, ni hablar.
La responsabilidad de ser autoridad, o de aceptar un cargo en particular, debe ser alta. Por lo menos así lo he visto y lo aprendí en los muchos años que llevo reporteando el mundo político y sus vericuetos muy complejos de entender.
He visto como intendentes o seremis, antiguamente, al no estar de acuerdo con decisiones centralistas ponían su cargo a disposición o avisaban su renuncia de no rectificar una determinación santiaguina que no le hacía bien a un gobierno local o a la imagen de una administración magallánica. Políticos de verdad.
Quienes no estaban por plata o para pagar deudas en los cargos que se les encomendaban. Generaciones distintas, que sin tantos pajaritos en la cabeza entendían lo que era ser un representante de gobierno, o el asumir responsabilidades que iban de la mano con la integridad, la rectitud, y el no esperar protecciones para que no te saquen de un puesto.
Otros tiempos, otras personas, y otro tipo de responsabilidad. O de entender el peso que conlleva aquello.
Cuando uno como periodista entrega un sinnúmero de antecedentes comprobados, que más encima no son desmentidos, y siguen apareciendo informaciones que ratifican lo investigado. Cuando esos antecedentes son de conocimiento público, y más encima la supuesta «autoridad» lo sabe.
Cuando el mismo «pillado» debiera renunciar a su cargo por cuestión de dignidad, para no hacerle daño al gobierno que (supuestamente) apoya. Cuando vale más la plata (y las deudas) que la honra y la responsabilidad… Cuando ocurren todas las cosas mencionadas anteriormente, ya no queda mucho más que hacer.
Lo que está demostrando este gobierno, es que hay talento para hacer algunos acuerdos (no sé si tanto para cumplirlos), para tapar lo que no se debe tapar, para cubrir irresponsabilidades de gente que no tiene la madurez para hacer política, para mantener en cargos a personas que predican pero no practican. Que exigen responsabilidad con las obligaciones de los trabajadores pero son irresponsables en el mismo ámbito, y lo esconden.
Hay motivación para cubrirse las espaldas, para acatar órdenes desde La Moneda, para bajar el moño aunque no estén de acuerdo. Saltarse voluntades de bases partidarias, jugar a la conveniencia, e incluso tener el descaro de defender la falta de sinceridad y de lealtad para con sus propios pares políticos.
En fin, es una cuestión de ética.
Ya lo decía en una de sus columnas el sacerdote y profesor español Jesús Montero Tirado (ABC), que «el desafío ineludible es actuar con una ética que contribuya a la creación o construcción del bien. El comportamiento humano que merece calificarse como ética negativa, porque produce mal, es una ética que bloquea la vida, el desarrollo y las posibilidades de futuro de personas, comunidades e instituciones. Por eso se afirma que sin ética no hay futuro».
Ya no hay mucho más que recriminar, ni criticar. Las cartas están echadas y la (i)responsabilidad recae solamente en quien encabeza el gobierno local, o fue puesto en dicho lugar para seguir haciendo el check-in de la lista del círculo de hierro y doctrinario del segundo piso de Palacio. No más.
Y así, día a día irán llegando los convencimientos de que todo esto se irá normalizando, se le irá tirando tierra, o escondiendo bajo la alfombra.
Y veremos poco a poco aparecer una sonrisa frente a la cámara de algunos de los medios que guardaron cómplice silencio, para que de a poco todo se vaya olvidando… La ética, la responsabilidad, las personas, los chamuyos, los compadrazgos, la plata, las deudas, y hasta la esperanza de esas promesas de cambio… Todo.
Y solo habrá unos pocos (i)responsables.