Lo que han hecho con el Festival Folklórico en la Patagonia en los últimos años es sencillamente impresentable. La administración municipal directamente se ha apropiado de un evento que es patrimonio cultural de la Región de Magallanes, y lamentablemente se ha aprovechado de un sinnúmero de inconvenientes económicos para finalmente hacerse del que era el evento más importante de la Patagonia en pos de tomar decisiones antojadizas, mezquinas, desinformadas y con pequeños intereses que bien vale la pena investigar a fondo.
No solamente Claudio Radonich no conoce la historia del festival, ni la preponderancia que este tuvo (y sigue teniendo fuera de nuestras fronteras locales) en el desarrollo del folklore chileno y argentino, si no que además lo ha utilizado durante su mandato como una herramienta más de autobombo, y de generar vínculos con una productora y un medio de comunicación en particular. Las adjudicaciones de las licitaciones y las primeras transmisiones televisivas avalan lo dicho. Además, de seguir intentando año a año el colocar números de estilos distintos que nada tienen que ver con la esencia de un encuentro musical que tiene sus raíces bien marcadas, y hasta hace algún tiempo, respetadas.
Ni hablar de la organización como tal. No existe un productor general, no existe un director artístico, no existe un equipo de trabajo que durante el año vaya planificando el evento, y las decisiones las toman solamente dos personas, más el supuesto visto bueno final del alcalde. Una trilogía dictatorial que claramente necesita ser transparentada. Hacen lo que quieren con una sola representación, repiten a los artistas en el escenario del festival cada cierta cantidad de años, pero cuando no vienen al festival se presentan en la región ó en otros escenarios locales. Y siempre es la misma productora la que los trae. En un negocio privado no nos vamos a meter, pero si se trata de cómo se maneja el Festival Folklórico, sí. Absolutamente.
La experiencia en hacer eventos, o recitales, no tiene nada que ver con hacer, preparar y gestionar un festival como Patagonia. Ahí se equivocan rotundamente. Es cosa de revisar la adjudicación de la técnica de este 2023. Cuestiones tan ridículas como pagarle un millón de pesos a la productora ganadora por hacer la gestión del contacto con TiquetPro, la tiquetera que venderá las entradas. Sí, una tiquetera que cobrará un porcentaje sobre el precio real por hacer dicha venta. Una locura. Es decir, un negocio redondo porque cuando usted compre una entrada deberá pagar un adicional que irá directo al bolsillo del dueño de la tiquetera. Totalmente aceptable para un evento privado, pero para el Festival de la Patagonia no. En ningún caso. O pagar un sobreprecio abismante de $2,5 millones por los generadores eléctricos, siendo que al consultar a dos empresas locales dicho valor llegaba solamente al 10% de lo cobrado.
Le han faltado el respeto a la tradición, a la esencia, a la historia del festival y al esfuerzo de sus fundadores. Está bien querer mejorarlo, está bien querer potenciarlo, pero se debe hacer con personas que sepan, que entiendan de lo que estamos hablando.
Sin ir más lejos, hace algunos años llegó al festival Fernando Ubiergo porque al jefe de eventos de la municipalidad le gustaba, y quería una firma del artista en su disco de vinilo. Una vergüenza. El mismo que fuera formalizado por cuasidelito de homicidio, luego que se le imputara que la tarde del 21 de diciembre de 2018, instruyera personalmente el armado de los andamios de la estructura, haciendo caso omiso a la reglamentación básica en normas de seguridad. Tragedia ocurrida para la celebración del Solsticio de Verano, y que dejó a diez personas con diversas lesiones, siendo la más grave la sufrida por Marlene Marimán García, quien resultó con múltiples fracturas que terminaron por originar un grave problema respiratorio, y lamentablemente perder la vida unos meses después.
Ni hablar de los aires de grandeza que ha demostrado la organización al no querer que ningún medio de comunicación transmita por televisión el Festival Folklórico, y asumiendo riesgos innecesarios ellos enviarán una señal (sin garantizar la calidad técnica), sin permitir que el trabajo se haga por gente profesional. Es decir medios de comunicación regionales. Personas que han estudiado y se han preparado para hacer televisión regional. Privando de la libertad de trabajo a quienes nos dedicamos por años a esto. Es realmente un sinsentido. Y más encima avalado por el alcalde y el Consejo Municipal.
Suman y siguen… El dar a conocer la parrilla del festival con solamente 17 días de antelación, y dos semanas antes hacer el Pre Festival, es no entender lo que significa esta fiesta. Pensarán que es otro «evento» en busca de sufragios o incluso de simplemente cumplir con el calendario del año.
No saben de historia, de nombres, de ganadores, de tener una orquesta festival, de izar las banderas de Chile y Argentina, de honrar a nombres que hicieron de su vida este encuentro de naciones y culturas. De reunirse, de generar el ambiente, de tener a los medios de comunicación unidos, de no hacer diferencias entre los unos y los otros, de provocar esa convivencia y conexión entre artistas regionales, nacionales e internacionales.
El festival no es de ellos. No son los dueños. Se hacen los propietarios de algo que no les corresponde. Ahí debiera haber una comisión, sin arte ni parte del alcalde, ni de su gente, ni del dueño de un canal de televisión o de una productora. Ellos solamente deben allanar el camino para que artistas, creadores, gestores y gente que sabe de verdad de lo que estamos hablando haga la pega que se requiere para no seguir perdiendo identidad y valores locales que son más respetado en el resto de Chile y Argentina que por el propio alcalde, el jefe de eventos, y el productor que se gana las licitaciones todos los años.
Es hora de que devuelvan esta fiesta. Esto, el Festival Folklórico en la Patagonia, no es ni debe ser un negocio. Es un patrimonio, es todo un corazón que debemos proteger de los que han usufructuado de él, de los que se han aprovechado, y se lo han querido guardar.
Estamos a tiempo, y haremos todo lo posible para que la historia no se siga manchando y destruyendo.
No da para más.