Pareciera a nadie importarle la verdadera crueldad de matar a otra persona por pensar distinto. Los partidos políticos, las facciones, agrupaciones, o como quieran llamarles, se han basado en el último tiempo en intentar imponer sus verdades, o sentimientos frente al golpe cívico-militar que sacudió a nuestro país en septiembre de 1973. Y no entraré en detalles políticos, ni técnicos. Ni en traiciones, ni puntos de vista de uno u otro lado. Solamente en el hecho de matar.
No existe justificación alguna para cortarle la vida a otra persona. No existe explicación válida para llevar adelante una especie de exterminio, con torturas y violencia inusitada. No nombraré a Presidentes, dictadores, congresistas, militares, ni revolucionarios. No es de mi interés cuando se habla de la vida de una persona. Porque no debiera existir jamás la relación o vínculo entre una ideología y la idea de matar. No tiene sentido, aunque hagan el escándalo que quieran o sientan en el Parlamento. Aunque chillen como niños malcriados como lo han hecho por años intentando convencer a los demás de sus propias creencias. Cuando alguien justifica el asesinar al prójimo por los motivos que sean, debemos empezar a tener miedo de nuestras propias vidas.
Debemos empezar a tener temor frente a quienes encuentran bien que se mate por tener un punto de vista, o una opción diferente al que tiene una pistola en la mano. El que sea lógico meter miedo al extremo de traumar a otra persona. O destruir una familia porque te mandaron, o porque si no lo hacías te castigaban.
No existe justificación alguna. En ningún escenario de la vida, en ninguna sociedad por más maltratada que esté la democracia. Por más fácil que sea apretar un gatillo, sostener una cuerda, darle electricidad a un catre ocupado, vendarle los ojos a alguien y fusilarlo sin resentimiento.
No importan los momentos, tampoco los contextos. No deben interesar las creencias, ni los caudillismos, ni los fines para justificar los medios. Nos hemos pasado esta vida escuchando perdones, olvidos, trampas y mentiras. Respuestas, secretos, pactos y llantos. Nos pasamos en generaciones mirando al amigo sin padre, o a la madre ya sin hijo. Con familias destrozadas, y con cobardes asesinos que ríen cuando se habla del tema.
Irrespetaron la vida, y la siguen irrespetando mientras caminan sobre rutas mentirosas y crueles.
No existe justificación alguna para cortarle la vida a otra persona. No existe explicación válida para llevar adelante una especie de exterminio, con torturas y violencia inusitada. No hay ningún momento donde algo similar tenga una respuesta que suene lógica. La crueldad ha llegado hasta negarse al nunca más…
Insólitos tiempos que vomitarán arrepentimientos. En esta vuelta no me importa la política, ni las ideas de un lado o del otro. Hubo muertes, asesinatos, secuestros, violaciones, terror, angustia. Y nada justifica el haberlo hecho.
No queda otra que aborrecer a quienes morigeran lo hecho. No hay otra versión de una vida que se respeta. El resto, solamente aprovechamiento, ignorancia, tozudez, enfermedad, ceguera, maldad, soberbia, cobardía…
Que no interese el momento, ni el contexto. Que nunca sirva nada de explicación a un acto igual.
Pareciera a nadie importarle la verdadera crueldad de matar a otra persona por pensar distinto.
Y siguen algunos justificando lo que nunca más hay que justificar.