Cuando nombro a Patagónica hablo de identidad. Esa que se ha ido perdiendo con los años, con el pasar de las generaciones, pero que siempre vuelve. Es cierto. Decir Radio Patagónica significa estar en Magallanes. Son las músicas que se han escuchado por décadas en los diales locales. Son muchas de las canciones con las que crecimos, bailamos, y también nos emocionamos.
Decir Patagónica siempre ha querido significar Claudio Paredes, Miguel Palma, Patagonia 4, ó Festival Folklórico…
Hace más de veinte años junto a mi viejo, Luchín, emprendimos un camino lleno de gustos por esas melodías, pero también colmado de ganas de hacer algo distinto e innovador. Con los años terminó siéndolo, aunque por ese entonces no lo sabíamos.
Radio Patagónica sale al aire un lejano 1 de enero del año 2003, cuando las campanadas de la Catedral de Punta Arenas anunciaban el nuevo año, y junto a Gabriela bajábamos por las escaleras del Centro Español hacia el auto para revisar el dial y saber si ya estaba sonando… Y sí. Fueron los primeros acordes de una emisora nueva, que llena de orgullo colocaba al aire música regional, zambas argentinas, chacareras, sonidos latinoamericanos y rock latino.
Un año después, en el 2004, Radio Patagónica ganaría el Premio Apes como Mejor Radio de Regiones.
Fueron años maravillosos para la radio local, que se fueron interrumpiendo por proyectos paralelos, y por las vueltas de la vida que a veces te pegan duro, y hacen que te caigas, que olvides, y que muchas veces tires la toalla.
Decir Patagónica es hablar de enamoramiento por la tierra, es mostrar lo nuestro o le que nos gusta. Es entablar lazos entre generaciones y diversos estilos musicales, pero que confluyen en algo que nos identifica. También es informar, es confiar en la audiencia, y también en aquellos que nos han creído tantas veces, y que mes a mes quieren que sus marcas o negocios aparezcan en nuestras tandas comerciales. Y eso sí que muchas veces se hace difícil.
Nombrar a Patagónica es nombrar a la región, o a la Patagonia en si. Donde la radio en amplitud modulada (AM) no ha dejado nunca de ser primordial fuera de la urbe. En los caminos y rutas infinitas que conectan esta parte del mundo. En las estancias, parcelas, villorrios, fronteras y lugares aislados. Porque esa es la magia de una radio, el llegar donde otros no llegan y acompañar a quien sintoniza.
Nuestra identidad, es la que nos lleva de vuelta a enmendar el rumbo. A volver al camino trazado hace tantos años y que merecía ser vuelto a tomar. Y esa identidad, tan manoseada y olvidada por quienes han ido llegando al poder y la política en los últimos años es la que defenderemos sin temor a la equivocación. Es eso lo que queremos dejarle a las nuevas generaciones. El respeto por lo nuestro, por nuestra historia, por la música, la cultura, por el arte de hacer, o por el simple hecho del «poder» hacer. Porque ese es el verdadero «poder».
Hoy, Patagónica ya está en el aire nuevamente y también en internet. Con su música, sus historias, su identidad que no es otra que la identidad patagónica… Y con programas y contenidos que nos muestran como somos. Que nos hacen conectarnos con la esencia que nunca debemos perder. Con esas costumbres y tradiciones que algunos han venido a querer tapar con ideas importadas, o caprichos económicos que no nos hacen falta.
Cuando nombro a Patagónica, hablo de identidad. Y eso es lo que sentimos de verdad. Un medio de comunicación regional debe potenciar lo regional. Tiene el deber y la obligación de defender lo propio, lo que vivió de niño, de recordar las calles por donde caminó y contarle a los que vienen cómo eran otros tiempos… Para que vaya quedando rastro. Para que las cicatrices nos sean en vano. Y para que apostemos por nuestras diferencias. Esas que nos hacen especiales, magallánicos y patagónicos.
Para eso volvió Patagónica.