La política muchas veces se parece al Festival de Viña del Mar… casi siempre se repiten las caras, los nombres, el formato de desarrollo, los que toman las decisiones, el perfil de los animadores, la fomedad de los jurados, el intentar mantener cosas que ya no dan más, los programas matinales, la farándula, los pelambres, las peleas, las entradas, las salidas…. y volvemos a lo mismo: Casi siempre se repiten las caras, los nombres, el formato de desarrollo, los que toman las decisiones… Y así infinitamente.
En las últimas semanas hemos visto a nivel local la repetición de los mismos capítulos de la lenta novela de la política local. Es cierto que en estos remakes se intentan colocar rostros nuevos, joviales, esperanzados en hacer cosas distintas, pero la verdad es que son parte del mismo fome y aburrido guión de siempre. Y las escenas están calcadas a la perfección de cómo se ha hecho política en Magallanes desde el retorno de la democracia. Siempre mirando a Santiago, y rogando para que se escuche lo que dicen por acá. O simplemente acatando instrucciones, o decisiones ilógicas para colocar operadores de sus tiendas políticas en algún cargo regional, y comenzar a «reordenar» sus partidos, o pequeños grupos más ideologizados, intentando replicar escenas románticas del pasado.
Nada ha cambiado… Siguen apareciendo los mismos de siempre para tratar de agarrar algunas migajas de quienes están en el poder, y así intentar negociar quizás qué cosas, sabiendo que no existen posibilidades reales a que logren un cargo electo por la gente.
Todo igual, sin mayores alteraciones. Los jóvenes de hoy son los mismos jóvenes de principios de los años noventa (aunque con la gran diferencia que los antiguos venían saliendo de enfrentar a una dictadura), con críticas a lo establecido, e incluso apuntando a los más viejos. era eso sí, con respeto.
Siempre los intereses afloran meses antes de alguna elección, y las reuniones proliferan para empezar a inventar estrategias, queriendo jugar a la pinta de los que más alzan la voz, y haciendo lo que hasta hace poco criticaron hasta más no poder. Agrupándose cada vez más, armando pequeñas tribus donde se lamen las heridas, u opinan sin mayores diferencias de la cotidianidad local. Mirándose entre si, buscándose entre pocos.
Por otro lado, la disputa del poder desde una oposición con discurso repetido y desgastado, también vuelve al comportamiento histórico. Con nuevos presidentes dirigidos desde Santiago, con anuncios sorpresivos para candidato a gobernador, todos sabiendo desde donde llegó la intención de colocar a José Barría como contrincante de Jorge Flies. Lo único seguro es que la campaña comunicacional de Barría será dirigida desde Avenida España.
Y con los republicanos profundizando en un discurso que terminará por caerse. Porque pudiendo tener razón en algunas de sus posturas, la violencia de sus planteamientos (aunque no les guste aceptarlo) los aleja finalmente de las masas que definen elecciones grandes y de verdad. Un puesto en el CORE es fácil de obtener cuando votan solo los tuyos. Según fuentes internas, desde Santiago quieren a Riquelme para competir contra Flies, pero pareciera que los deseos van por disputarle a Mathesson la diputación el 2025. No será difícil bajar a uno de los diputados menos eficientes de los últimos años, pero en la derecha ya hay varios a los que les están creciendo los dientes y quieren ir por ese espacio. Ahora bien, con el mismo discurso, pero con más empatía, algo de sonrisa, y sin ataques personales ridículos, a Riquelme podría irle bien. Por cierto con buenas asesorías. Y sin que aparezca alguna sorpresa en el camino… Paralelamente, Radonich reafirma toda esta historia y cerró su postulación a un tercer periodo como alcalde (12 años) obviamente que en…. Santiago. Y al mismo tiempo, está haciendo las gestiones para colocar como candidata a gobernadora regional a Jennifer Rojas. Todos moviendo sus cartas, e intereses personales… Pues bien, nada ha cambiado.
Y es tan así nuestra realidad política regional, que seguramente aparecerán nuevos rostros desde la independencia, y es probable que tengan mayor arraigo que lo que buscan los propios partidos políticos. Porque son estas mismas instituciones las que aceptan que vengan personajes de otras regiones a asumir puestos que podrían ser habitados por magallánicos. Pero no, no son militantes. Y todo sigue igual… Nada ha cambiado.
Y vienen los egos, los orgullos, las peleas personales, los negocios individuales, las facciones internas, los odios enfermos, la ignorancia, el dinero, y el poder.
Ese poder que jamás se ha entendido como el «poder» de hacer algo. El poder hacer, la posibilidad de gestionar sin tener que pedir permiso, sacándole las máscaras a varios y varias. Desnudando que nada ha cambiado, y que hoy se siguen publicando líneas donde se plantea una extraña nueva generación de políticos. Aduciendo un contexto histórico, pero para nada válido en términos de peso electoral. El peso lo tiene la gente, los votantes, las audiencias. La opinión pública en específico.
Lamentablemente, nuestra pequeña clase política regional nos ha seguido demostrando que las repeticiones son un buen negocio. Que siguen las protecciones increíbles por ser hijos de «perico los palotes». Que se mantienen a rajatabla en el Gobierno o dónde estén. Que puedes llegar incluso a representar a una autoridad sin tener las competencias. Es más, puedes hasta no hablar y seguirás en tu cargo… También nos han demostrado que esta historia es más que cómoda, y salvo algunas excepciones invitadas a jugar, las bases de cómo manejar la actualidad deben seguir tal cual.
Al final de cuentas, somos un pequeño territorio, pero que copia y persigue las mismas prácticas que han mantenido lo de siempre. Otra cosa sería peligrosa, y muy inconveniente para los muy pocos que ganan con los ramakes.