Resulta cuando menos curioso observar cómo el gobierno de Gabriel Boric se rasga las vestiduras por los dichos de José Antonio Kast en España durante la última cumbre “Viva Europa”.
Kast utilizó el término “travesti político” para referirse al mandatario nacional. No tardó la portavoz Camila Vallejos en calificar al líder del partido Republicano de “antipatriota”. Parece mucho. Sobre todo pensando en que Boric nunca ha sido de ahorrarse calificativos mordaces a lo largo de su carrera política.
Según el diccionario de la Real Academia Española “travesti” es “una persona, generalmente hombre, que se viste y se caracteriza como alguien del sexo contrario”. Y ya que estamos, le pregunté a la IA que significa el término. Respondió: “Un travesti es una persona que se viste con ropa asociada al género opuesto al que le fue asignado al nacer. Es importante destacar que la identidad de género de una persona no necesariamente coincide con su expresión de género”.
Para un presidente joven como Boric, que el propio Kast calificó en abril en Hungría de “woke”, enojarse es un gesto de cristal.
Si Kast hubiera dicho lo mismo de otro modo probablemente habría causado menos impacto y el gobierno no podría dedicarse, como lo hace, a mostrar tal grado de intolerancia a la crítica. Kast podría haber calificado a Boric de “imitador de mujeres”, “transformista” y “travestido”, otras acepciones del mismo término. Diciéndolo no estaría lejos de la realidad mal que le pese a Vallejos.
Después de apelar a la imagen de “travesti”, Kast se explicó en el mismo párrafo. “En Chile hoy nos gobierna un travesti político, pero esto no es una falsedad”, afirmó sabiendo que sus palabras generarían controversia. “Boric es un travesti político, que hace un par de años estaba en la calle encarando, insultando a militares y policías, y ahora como Presidente, se arrodilla frente a las viudas de los policías asesinados en su gobierno”, siguió.
Desde esta óptica cruda, pero irrefutable en datos, el calificativo “travesti” político puede ser considerado llamativo aunque no ineficaz y tampoco falaz. No debería doler.
Mi querido tío Carlos Torres, cuyo nombre lleva la peatonal de Río Turbio (Argentina) se percibía “señora” y no “señor” a sus ya 70 y largos años. A veces decía de un amigo, uno vestido de mujer, que aquel era un “travesti”. Pero lo decía entre risas. Carlos quería expresar que eran señoras en un cuerpo de hombre. Que habían cambiado para estar más cerca de sus propios deseos profundos. Para él la palabra “travesti” no era cosa de otro mundo.
El primer discurso del presidente Boric fue emocionante y apuntaba a esos dolores e injusticias que vienen afectando durante generaciones a los chilenos: el acceso a la salud y la educación, la redistribución de la riqueza en un país donde todavía existen enormes diferencias sociales.
Pero luego su gobierno se empantanó. Su equipo y él mismo pusieron la prioridad en las luchas de las minorías, en la pretensión de un Chile multicultural donde, por ejemplo, los descendientes de pueblos originarios, pudieran optar a formar o no parte del Estado, se abalanzó contra la industria salmonera como si fuera un enemigo del país (en realidad, es el segundo producto más exitoso de exportación) y bajó línea al mundo empresario con sus escasos 35 años y cero empresas en su CV.
El país, la sociedad, sin duda esperaban otra cosa de él y su gobierno. Chile necesitaba aire fresco de ideas, nuevas inversiones y muchos pero muchos más proyectos. Nada de esto ocurrió. De modo que, en la perspectiva que dan 2 años de mandato, aunque Boric usaba ciertas ropas discursivas cuando asumió, y antes, claro, después las cambió frente a millones de chilenos que lo votaron.
En el mismo acto en que Kast “ofendió” a Boric estaba el presidente Javier Milei quien apuntó contra la esposa del presidente español Begoña Gómez sobre la que existen sospechas de tráfico de influencia. “Corrupta” la llamó Milei y Pedro Sánchez explotó en el aire. El mismo amagó con dejar su cargo envuelto en este escándalo.
En una acción de llamativa inmadurez política, Sánchez cortó relaciones diplomáticas con la Argentina por un tema que lo afectan a él, su esposa y por lo tanto a España.
En el momento en que Milei pronunció el término “corrupta” la platea estalló en aplausos. Entonces una cámara hizo un recorrido para descubrir a un sonriente Kast batiendo las palmas. Esperemos que Sánchez no lo haya visto.