No habían transcurrido dos semanas desde su llegada a la alcaldía, cuando Claudio Radonich Jiménez adoptó, el 31 de diciembre de 2016, una de sus primeras decisiones: despedir a 166 funcionarios que en la administración de Emilio Boccazzi se desempeñaban a contrata u honorarios en la Corporación Municipal, 62 en el área de la educación y 104 en salud.
Se cumplía en parte, una de sus promesas de campaña. Circulaban varios rumores –infundados unos, ciertos otros-, de que en la anterior administración había asesores que establecían la agenda municipal. Por otro lado, existían comentarios negativos acerca del funcionamiento de algunas iniciativas culturales llevadas adelante en el período de Boccazzi, entre éstas, la Editorial, el periódico mensual “Punta Arenas” y el sello discográfico.
En el caso de la Editorial se llegó a afirmar que la Municipalidad contaba con imprenta propia, la cual era utilizaba para propaganda electoral por Boccazzi y miembros de sus grupos políticos, muchos de los cuales estaban repartidos en distintas unidades del municipio, en circunstancias, que la mayoría de los nueve títulos que se alcanzaron a publicar, se imprimieron en La Prensa Austral o en Rasmussen. En cambio, al periódico “Punta Arenas” se le achacaba su contenido parcial, que sólo mostraba inauguraciones de obras que efectuaba el alcalde, cuando había otros problemas más urgentes que resolver, entre ellos, la deuda de la Corporación Municipal que no paraba de crecer; algo similar aconteció con la anunciada puesta en marcha del sello discográfico, que a decir verdad, se pensaba implementar recién, en los próximos años…
Claudio Radonich festejando con sus adherentes el triunfo en las elecciones del 23 de octubre de 2016.
Radonich sacó hábilmente provecho de las críticas que se hacían a su contendor, envuelto en una supuesta red de corrupción, incluso, supo sortear con éxito la contratación desde el 4 de enero de 2017 de un encargado de relaciones públicas en modalidad de honorarios, con un sueldo de tres millones de pesos, que hasta cierto punto contradecía su promesa de campaña de que, en su gestión, se evitaría contar con un administrador municipal.
En una entrevista exclusiva publicada por “El Magallanes” el 19 de marzo de 2017, Radonich definía los objetivos y las metas de su administración: “Mi misión es ser el alcalde del V Centenario del descubrimiento del estrecho y proyectar a Punta Arenas para los próximos 50 años”. La agenda contemplaba cuatro grandes obras de infraestructura y cinco iniciativas de mejoramiento y revitalización urbana. En el primer ítem, se pensaba en la construcción de un polideportivo y de convenciones, para realizar actos masivos al resguardo climático; de ascensores para el Cerro de la Cruz; de una marina de yates con recuperación de pontones; y un tranvía en la costanera, para aprovechar algunos puntos estratégicos de la ciudad, como los muelles Mardones y Prat; el futuro Centro Antártico Internacional, el centro, la Zona Franca, las instalaciones de la Marina, el parque María Behety y el Centro Cultural. En la segunda calidad, se imponía la recuperación de espacios públicos en barrios, el hermoseamiento del parque María Behety con la construcción de un jardín botánico, un anfiteatro y la pasarela mirador en torno a la barca Lonsdale; la recuperación de los parques Ramón Rada, Hornillas y capitán Guillermos; de los espacios públicos que conectan las avenidas España, Colón e Independencia y la rehabilitación de la calle Bories, en el tramo Sarmiento y Colón, con intervención de fachadas, pavimentos nuevos y creación de espacios públicos.
Radonich presidiendo una de las primeras sesiones de Concejo Municipal.
Entre el 11 de marzo de 2018 día en que inició su segundo gobierno Sebastián Piñera y el 18 de octubre de 2019 en que se produjo en Chile el estallido social, Claudio Radonich tuvo en Punta Arenas una especie de poder total. El alcalde miraba de reojo cada mañana desde el Palacio Montes a la Intendencia Regional. Era el hombre fuerte de la región que tomaba las decisiones y que influía decisivamente en las determinaciones ajenas. Durante este período, viajó en varias ocasiones a Santiago y al extranjero, como parte de su proyecto estrella de conmemoración de los 500 años, posicionando a Punta Arenas como capital mundial de la cultura.
Por desgracia para el alcalde, las cosas cambiaron dramáticamente luego del 18-O y más tarde, en marzo de 2020 con la llegada de la pandemia del Covid 19, que tuvo a Punta Arenas con los registros de contagios más altos del mundo en varios momentos; en particular, durante los duros meses del invierno de ese año. Es aquí donde empieza a observarse un sorprendente cambio de look y de planes en Claudio Radonich. La imagen formal que gustaba proyectar cedió paso a la de un alcalde en terreno, vestido siempre con modesta parka azul, raídos blue jeans y gastados zapatos de trabajo. El proyecto del V Centenario parecía cosa del pasado; era común verlo ahora repartiendo ayudas médicas, entregando encomiendas en las poblaciones más modestas, encabezando las campañas de ayuda a los adultos mayores.
Titular de La Prensa Austral del 6 de enero de 2017 dando cuenta de masivos despidos en la Corporación Municipal.
En ese contexto, las elecciones municipales contempladas para octubre de 2020 se realizaron en mayo de 2021. Radonich fue a la reelección en lucha con el profesor Luis Legaza Soto, independiente apoyado por diversos sectores y el candidato oficial del bloque de la izquierda Arturo Díaz Valderrama, quien se había impuesto en las primarias del conglomerado, a Verónica Aguilar, Juan Morano y Pablo Bussenius.
Las grandes ideas iniciales de Radonich publicadas en El Magallanes, el 19 de marzo de 2017.
Al igual que en 2016, Radonich supo aprovechar la dispersión de votos de la izquierda triunfando por amplia mayoría. Su desafío principal consistía ahora en preparar el tránsito de Punta Arenas a la normalidad después del Covid, aunque su preocupación mayor radicaba en cómo enfrentar un eventual gobierno nacional de Gabriel Boric con Jorge Flies de gobernador y en un escenario hipotético, donde se hubiera impuesto la opción del apruebo. Había que esperar.