La autocrítica sin complacencia evita una desconexión con la realidad [Por Claudio Barrientos Mol]

14 de noviembre de 2024

Ante los hechos acontecidos en las últimas semanas en nuestra región como por ejemplo la declaración que debieron prestar una veintena de funcionarios (as) del Gobierno regional ante el equipo de la fiscalía de la región de Coquimbo por el caso Convenios, en particular en Magallanes por con la fundación Pro Cultura.

En seguridad a un delicado hecho delictual con balas incluidas en la población Silva Henríquez, detenciones por tráfico, microtráfico, contrabando, detención de una banda con diversos elementos, que al parecer estaban listos para operar en delitos, el frustrado robo a ABC Din entre otros. En materias de conectividad semanalmente vemos como la empresa de transporte marítimo a Tierra del Fuego sigue con problemas de diversa índole (omitiré comentarios, del viaje a precios ‘populares’ a las pingüineras de Isla Magdalena) y por cierto la tangible inercia ante nulos movimientos ante la evidente falta de inversión privada que impacte en la ocupación y la economía local.

A lo precedente agreguemos que cada semana va creciendo la preocupación por las demoras en los avances concretos en las multimillonarias inversiones anunciadas grandilocuentemente por las transnacionales del Hidrógeno Verde, que acusan que la permisologia los tiene entrampado con retraso y serias demoras. La excepción muy puntual para Rofil de Zona Franca que esta semana inauguro con nuevo nombre y administración un supermercado en Zona Franca. (Convengamos que la ex administración pertenecientes a los hermanos Rendic de la cadena Unimarc culminó sus operaciones) entonces vayan las congratulaciones a Álvaro Insua, familia y equipo de trabajo por los éxitos alcanzados.

Cuando desde cualquier espacio de opinión, se emplaza a las autoridades locales o sectoriales, la reacción a la defensiva es inmediata… lo ven como ataques, obviando que están en esos espacios de poder justamente para atender y resolver estos temas que son los demandados por la ciudadanía. Y que quede claro, no estamos hablando de pensiones, listas de espera en salud o financiamiento a la educación…

Como uno es lo que hace y no lo que dice, en mi opinión, existe una autocomplacencia en nuestras autoridades y que si se dieran el tiempo de evaluarse de manera objetiva no seguirían viendo enemigos políticos o en las comunicaciones, en resumen, adversarios en todas partes…

“La autocomplacencia es la manifestación más clara de la falta de carácter y de la incapacidad para enfrentar los desafíos”, en palabras del filósofo griego Epicteto. Por su parte el Diccionario de la lengua española define certero la variante onanista: «Satisfacción por los propios actos o por la propia condición o manera de ser».

En este contexto José Carlos Bermejo, que es teólogo y escritor español, con medio centenar de publicaciones principalmenterelacionados con la humanización, ha definido que “La autocomplacencia narcisista es caldo de cultivo de la ausencia de espíritu crítico aplicado a uno mismo, falta de autoanálisis (conocimiento preciso y honesto de uno mismo) y la consiguiente reticencia o negativa a aceptar críticas y observaciones de los demás, aunque sean acertadas y justificadas.”

En las organizaciones, una de los lamentos más fáciles, está constituido precisamente por limitarse a subrayar cuán poco es uno comprendido y reconocido en su labor o gestión. Esto termina siendo muy superficial al ponerse a uno mismo como ejemplo, medida y patrón de todos los demás, aunque en efecto uno no esté aportando aquello que dice que tendrían que aportar los demás.

Asimismo, en política, la autocomplacencia puede convertirse en un peligroso enemigo de la verdadera democracia. La tendencia a creer que se está haciendo lo correcto (sin importar, ni evaluar, los resultados reales de las acciones que se toman) deja de lado la reflexión constructiva que permite rectificar, mejorar y avanzar. Esta falta de visión puede generar una desconexión con la realidad. Los políticos y políticas que caen en dicha trampa desconectan de su verdadera responsabilidad: la política es servicio público y, por consiguiente, debe estar por naturaleza sometida al escrutinio, la evaluación, la crítica y la posible sanción o rectificación.

Se requiere una sana autocrítica sin complacencia: Mantenernos alerta, exigir humildad y capacidad de escucha para poder aprender de los errores y mejorar constantemente es clave para combatir negativas consecuencias y progresar. Solo así se puede construir una política verdaderamente responsable y al servicio de la ciudadanía.

Oportuno quizás es recordar a Platón al afirmar que «La autocomplacencia es la suprema forma de ignorancia» decía Platón. En esa misma línea agregó que el ciudadano (a) tiene —casi siempre— una profunda intuición para descubrir las máscaras de la impostura, la arrogancia, la altanería. Esa intuición popular desnuda la autocomplacencia de los vendedores de maquillaje intelectual y político… Magallanes requiere que estemos libres de estos últimos.

Escrito por: Claudio Barrientos Mol, comunicador, columnista.