Cristofer Díaz es un ciudadano argentino que se encuentra “varado” hace casi cuatro meses en Punta Arenas. Y, lamentablemente, aún no reciben respuesta que les permita si quiera proyectar la fecha de retorno a su hogar.
Y no está sólo. Está en esta situación junto a su pareja e hijos, pero además hay muchos de sus compatriotas que están en esta misma situación en nuestra región.
“Nosotros llegamos el 21 de marzo, por mi señora. Ella se iba a operar y con todo esto que pasó, le suspendieron la hora. Como ella es chilena, pidió hora para operarse acá en Punta Arenas. En principio veníamos por tres días, pero lo que nosotros no sabíamos era que teníamos que hacer cuarentena preventiva”, explica el trasandino.
Por esta razón, perdieron la hora médica para la cirugía de su señora, ya que no podían abandonar la residencia sanitaria. Y al momento de querer volver a Argentina, ya no les dejaban ingresar al país.
Y además, la operación tampoco se realizó.
Para ese momento, sus hijos, de sólo 8 y 13 años, estaban en Argentina. Pero como transcurría el tiempo, su suegra los fue a dejar a la frontera y finalmente la familia se reunió.
“La frontera estaba solamente cerrada para entrar a la Argentina, no para entrar a Chile. En un domingo de marzo fuimos a buscar a nuestros hijos, porque al día siguiente cerraron la frontera para ingresar desde nuestro país a Chile”, comenta.
A pesar de esto, siempre tuvieron la esperanza de volver pronto a su país. Pero fue pasando el tiempo y ya van casi cuatro meses sin poder retornar al hogar.
“Trajimos el dinero para el tema de la operación, y en un principio lo gastamos en alojamiento. Una vez pasado el tiempo nos quedamos sin dinero, tuvimos que buscar una solución y nos recibieron en la iglesia, porque sino estaríamos hoy en la calle”, explica Díaz.
En la última semana se ha contactado con otros argentinos que viven una situación similar en Punta Arenas: “Me llamaron desde una Radio de Río Gallegos y ahí se comenzó a saber cuanta gente esta pasando lo mismo. No estoy seguro si son cincuenta personas o cincuenta familias”, afirma el argentino.