Un 24 de septiembre de 1991 Nirvana estrenó su segundo álbum de estudio e hizo temblar al mundo del rock. Lo bautizaron “Nevermind” (algo así como “no importa”).
Fue producido por Butch Vig (músico y productor y actualmente baterista de Garbage).
Además de “Nevermind” de Nirvana, el 24 de septiembre de 1991 se lanzaron varios discos icónicos de los 90: “Badmotorfinger” de Soundgarden, “Blood Sugar Sex Magik” de Red Hot Chili Peppers y “The Low End Theory” de A Tribe Called Quest.
En 1991 se produjo la última gran revolución del rock. Nirvana, y más concretamente que Kurt Cobain, lograron destronar a los grandes que sonaban fuerte en las radios de entonces: el pop de Michael Jackson, el rock de Guns and Roses y el glam y sus cultores.
“Nevermind” tiene la potencia, tiene la verdad y tiene los ganchos y los estribillos que te agarran como si fueran una tormenta de nieve, te logra remecer, te hace vibrar.
El emblemático disco es y será una obra increíblemente buena. No sólo revolucionó la música grunge sino que en su búsqueda fue capaz de exhibir un abanico de estilos muy variados.
Su termómetros oscila entre un punk visceral, con pinceladas tenues, como «Smell like teen spirits», a una composición de mensaje más profundo (y brutal) como «Polly».
De un extremo al otro.
Sin duda hablamos de uno de los mejores álbumes jamás grabados que seguirá destacando por su composición tan completa. Supo ubicar a la música de Seattle en la mira del mundo y crear otros mundos en nuestro imaginario moderno.
A 30 años de su lanzamiento estamos frente a una obra atemporal y que logró generar muchos himnos. Cuando lo escuchabas por primera vez “Smell like a teen spirit”, entiendes que, en cierto modo, ya nada será igual para ti.
Que aquella canción y el disco han pateado el tablero de la historia de todos.