Los extremos siempre reflejan los descontentos de la sociedad.
Cosa rara lo que ocurre con la derecha chilena donde hay un descontento básico porque sus extremos no son suficientemente extremos. ¿La solución? Radicalizarse hacia el extremo más extremo del espectro.
En este caso, José Antonio Kast.
Por estos días circula un audio en las redes sociales que supuestamente le pertenece a María Catalina Parot Donoso ex ministra de Bienes Nacionales del presidente Sebastián Piñera.
En la presunta grabación de sus opiniones, Parot ataca con brutalidad a su ex mandatario, a quien acusa de traicionar a la casta militar y advierte que las fuerzas están acuarteladas y que pronto podrían hacerlo los carabineros dejando el país en manos de los comunistas. También avisa que los militares pretenderían que Piñera expulse del país a todos los “políticos malandrines de los derechos humanos”.
Parot apela a un discurso que se le ha escuchado por décadas a la más rancia derecha de chilena: si hay un cambio social, por democrático que sea, se vendrá el caos. Como una tormenta apocalíptica, como un castigo divino.
El cambio significaría toda cosa que no sean ellos en el poder y al mando de la economía.
Cierto o no, el audio pretende alimentar fantasmas en la población nacional. En el vecino de a pie.
Chile avanza hacia a un cambio progresivo pero definitivo en la distribución de la riqueza y de la equitativa distribución de los beneficios sociales: salud, educación, trabajo digno.
Son cuestiones indiscutibles en cualquier sociedad moderna y en cualquier país en verdaderas vías de desarrollo. Excepto en Chile, hasta hoy, hasta ahora.
El escenario político nacional ha quedado desbalanceado en una forma inédita. Porque si de un costado de la fotografía está Kast del otro, sin duda, no está Gabriel Boric. En Chile hoy existe un solo extremo y es Kast. Es su prerrogativa. Habrá quien la apoye y quien no.
Pero alimentar la idea de que los opuestos se disputan la Nación es un error de análisis y hasta puede considerarse un triste malentendido.
Una de la posiciones, léase la Boric, es inclusiva. La otro es exclusiva y este cuco se observa en las grabaciones virales y consignas militantes que hablan de “expulsar” a los que no piensan igual.
El crecimiento en las encuestas de Kast se vincula con movimiento interno de algunos sectores de derecha hacia un lugar que ellos sienten más seguro. De Sebastián Sichel a Kast.
Kast es lo más parecido a cierta logia militar. Pero no olvidemos que las logias son cerradas y pueden dejar afuera incluso a pensamientos que simpatizan con ellas.
A la vez también crece la figura de Boric, pero no lo hace desde la izquierda hacia a la izquierda sino entre los límites de un gran centro donde todo converge. Un Aleph en palabras de Borges.
Queda bastante voto indeciso, aunque el voto indeciso rara vez se radicaliza, no es indeciso entre las puntas y aquí la única punta en danza es la derecha.
La misma que propone un continuo argumental entre las políticas de un gobierno desprestigiado y tradicionalista en su peor forma como el de Piñera, hacia otro que no será capaz y no quiere esconder su admiración por un sistema injusto y brutal que adeuda contenido a la dictadura militar.
Por mucho que la ultra derecha intente maquillar su discurso, lo extremo también tiene un límite.