¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón
Mezcla’o con Toscanini, va Escarfaso y Napoleón
Don Bosco y La Mignón, Carnera y San Martín.
¿Saben cómo la policía de NY acabó con la mafia italiana? Los hacía pelear entre ellos y se denunciaban unos a otros.
Al parecer esto se está replicando ahora en la clase política de nuestro país.
Se desató la corrupción en la clase política, en Carabineros, en el Ejército, en las colusiones empresariales, en las municipalidades, etc.
Hoy el poder está en una constante armonía de corrupción.
Parece una suerte del “Juego del Calamar” de la política, los protagonistas se denuncian y se dan con todo, aunque al final, algo mantiene el estatus quo.
Como sea, la vida como Cambalache, como el tango de Enrique Santos Discépolo. Y nos damos cuenta que la letra de ese tango es tan atemporal que nos estremece.
En Chile nos falta aprender de Europa, deberían renunciar los políticos que tienen nexos con la corrupción. Así de simple. Así de crudo. Como un tango. Chán Chán.