A principios de los años 90 un amigo que estudiaba en Buenos Aires durante vacaciones de verano trajo el libro “American Psycho” , que es una novela publicada en 1991 por Bret Easton Ellis.
El libro describe, en primera persona, los episodios en la vida de un yuppie asesino (Patrick Bateman) de Manhattan a finales de los años 1980.
Esa obra a muchos nos voló la cabeza. Nuestra búsqueda de libros de horror en un pequeño pueblo de Patagonia era incesante, por ahí llegaban algunos de Edgar Allan Poe, los de H. P, Lovecraft, Stephen King, Bram Stoker, pero fundamentalmente el rock y el cine nos llevaban a buscar y leer ese tipo de literatura.
Bueno, el cine que veíamos era el de Davis Cronenberg, John Carpenter, George A, Romero. Sus películas nos impulsaban a la búsqueda de estos libros y también la música de Misfits, Alice Cooper, Black Sabbath.
Sin embargo, vivíamos en una sociedad que era manejada por una dictadura, que hacia desaparecer personas (¿qué puede haber más terrorífico que aquello?), que degollaba a los opositores del gobierno, que lanzaba al mar desde aviones gente atada a un riel (los llamados vuelos de la muerte), que torturaba y ejecutaba ciudadanos.
Los asesinos gozaban y gozan de impunidad, porque nunca existió justicia real.
Una sociedad llena de fantasmas que rondan por nuestras calles, tumbas anónimas, personas que nunca sabremos donde están.
Una sociedad donde reinaba el miedo.
El miedo era la forma de controlar a los ciudadanos, aun así la esperanza se abrió frente a esa cruel sociedad donde el horror reinaba.