La Sexta República [Por José Benítez Mosqueira]
Disfruto leyendo el trabajo de mis colegas periodistas el fin de semana, especialmente el domingo, cuando los medios impresos y digitales se esmeran en publicar entrevistas, análisis y proyecciones del acontecer nacional e internacional.
Por estos días, la nueva Constitución, que será sometida al veredicto del pueblo soberano en doce días más, es el tema casi excluyente que copa los espacios de los soportes de prensa escritos y audiovisuales, aun cuando yo diría que la principal discusión se está desarrollando en la intimidad de los hogares, con los vecinos o en los grupos de amigos.
En medio de la vorágine de las campañas del Apruebo y el Rechazo, nadie se sustrae de emitir su opinión y preferencia, la que por mandato de la ley electoral todas las chilenas y chilenos, mayores de 18 años (15.076.690 en el país y 97.239 en el extranjero, según datos del Servel), deberán plasmar en el voto de salida del proceso constitucional.
Se respira en el aire la trascendencia de la consulta y por mucho que las encuestas marquen la ventaja que parece tener una de las opciones, la elección es el domingo 4 de septiembre y nadie puede predecir hoy, con absoluta certeza, los resultados, más si consideramos que un porcentaje no despreciable de los habilitados para sufragar, no participó en ninguno de los comicios precedentes, dado que no era obligatorio hacerlo.
Concuerdo con quienes sostienen que el Chile posplebiscito será distinto al que conocemos, no solo por la decisión que resulte vencedora, sino por la discusión que se ha dado en torno de principios como Estado social y democrático de derechos, paridad, reconocimiento de los pueblos originarios y de las diversidades, protección de la naturaleza, mayor autonomía de las regiones y tantos otros que no voy a enumerar en esta columna.
Al respecto, recojo lo planteado en una entrevista con el diario electrónico El Mostrador por el abogado constitucionalista Pablo Ruiz-Tagle, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, quien el año 2020 expuso en un artículo la existencia de cinco repúblicas en la historia de Chile y que con el proceso constituyente, gane quien gane, ingresaríamos a la Sexta República, marcada por un sistema político distinto al que hemos tenido desde 1990 hasta ahora.
Ruiz-Tagle dice que personas muy serias sostienen que hemos vivido desde aquel año a la fecha en la prolongación de la dictadura. Por el contrario, él cree que “hemos vivido en un sistema imperfecto desde el año 90 hasta ahora, por 30 años, un sistema muy desigual, con abusos, con corrupción. Pero ha sido un sistema democrático republicano. Y entonces, el gran desafío que tenemos es si podemos construir algo mejor, como una Sexta República, a partir de este año o del año próximo”.
Estoy de acuerdo con el diagnóstico general expresado por el académico, sobre todo en lo que define como un sistema imperfecto, desigual, abusivo y corrupto, adjetivos a los que yo sumaría individualista y egoísta, dos características tan propias de los regímenes neoliberales, a partir del camino trazado por la dictadura en la Constitución de 1980, con su Estado subsidiario o definitivamente ausente.
Lo que vino después con la Concertación, Nueva Mayoría y Piñera, tampoco fue el mejor de los mundos, puesto que esos gobiernos se conformaron con realizar cambios superficiales, en la medida de lo posible, lo que acentuó la crisis y profundizó las diferencias sociales. Esas naves ya fueron quemadas y espero que en un hipotético triunfo del Rechazo nadie intente reflotarlas.
Apelo a la sabiduría ancestral de mi pueblo, tantas veces denostado y ninguneado, para hacer realidad el cambio de paradigma que exigieron en las calles y que refrendaron en las urnas, con aquel contundente 80 por ciento que dio vida al proceso constituyente y que nos tiene a las puertas de la Sexta República.
