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Juan Francisco González Caro: “A la Fundación Rewilding no le interesan las culturas ancestrales sino que quieren su imagen, nada más” (Por Claudio Andrade)

La creación del Parque Nacional Cabo Froward ha quedado en el aire porque algunas de las comunidades descendientes de kawésqar se niegan a aceptar la creación de un nuevo espacio de reserva natural extrema que, según entienden, quedará vedado a cualquier actividad económica y a la presencia humana en general.

“No queremos otro parque nacional”, repite Juan Francisco González Caro referente de la comunidad kawesqar “Ancón sin salida”. Su comunidad se ubica a 63,5 kilómetros de Punta Arenas, en el margen sur oriental de la Península de Brunswick.

En Magallanes el 60% del territorio tiene algún tipo de protección. El senador por la región Alejandro Kusanovic ha advertido que existen plantes para llevar esta “protección” al 90%.

“Tener un 60% de la región bajo la denominación de Parque Nacional es una locura. Ninguna región puede tener este porcentaje porque también limita al país y nadie le paga a los habitantes de esta zona por soportar este tipo de limitaciones de crecimiento. Y con la nueva área marítima de reserva Kawéskar el porcentaje llegaríamos al 90%”, indicó a Zona Zero.

Para González Caro la iniciativa de la Fundación Rewilding tiene otras implicaciones culturales. En 2023 la fundación que lidera la viuda de Douglas Tompkins, Kristine, anunció con un artículo en su web “Un nuevo Parque Nacional para Magallanes”. Un año más tarde Kristine y el presidente Gabriel Boric anunciaron juntos a su vez en el Palacio de la Moneda la donación de 93.000 hectáreas y la concreción del parque.

“Uno de nuestros principales proyectos de conservación en la actualidad es la creación del nuevo parque nacional en Cabo Froward, ubicado en el punto más austral del continente, a 62 km al suroeste de Punta Arenas”, indicaban desde la fundación en 2023.

“En 2021, gracias al apoyo de Tompkins Conservation y un grupo de nueve filántropos chilenos e internacionales, adquirimos 93,492 hectáreas y hemos estado trabajando arduamente para concretar un acuerdo con el Gobierno y lograr que este territorio adquiera el mayor resguardo posible, gatillando protección adicional en terrenos fiscales”, sigue el texto.

Desde el principio la donación al Estado chileno estuvo condicionada a que se integrara a un parque nacional de unas 120 mil hectáreas en la zona de Cabo Froward. En resumidas cuentas, significa que no se podrán realizar actividades económicas en sus fronteras y la presencia humana quedará severamente limitada, señalan fuentes en Puerto Natales vinculadas al mundo empresario.

Los descendientes de kawésqar entienden que el proyecto de los Topmkins es una nueva versión de llamado “colonialismo verde”. Un concepto que deviene de los estudios del historiador francés del medioambiente Guillaume Blanc. La idea de “edén” al que finalmente accederán unos pocos elegidos.

En este sentido la Patagonia podría ser considerada una nueva Africa aunque con una ventaja para los nuevos conquistadores: en el sur del mundo vive muy poca gente.

“Cabo Froward posee grandes extensiones de bosque nativo, con presencia de ciprés de las guaitecas, la conífera más austral del planeta, y grandes extensiones de turbera, uno de los ecosistemas más eficientes en la captura de carbono. Es además, el último hábitat continental del huemul, y colinda con el sitio más austral de nidificación del canquén colorado, ambas especies en peligro de extinción. Asimismo, este lugar destaca por su valor cultural y su historia, marcada por la presencia de culturas ancestrales como el pueblo kawésqar”, indican desde la Fundación Rewilding.

Pero este reconocimiento no es verdaderamente aceptado por las familias. Dicho sea de paso, los antiguos kawésqar incluían en su dieta al huemul entre otros animales como los lobos marinos y los mariscos.

“Esta gente quiere tener las fotografías de los kawésqar, pero no quieren en verdad a los kawésqar. Quieren un parque donde se puedan colgar un montón de fotografías de los indígenas, pero no que los indígenas opinen”, señala González Caro.

“Te cuento una anécdota que lo resume”, sigue el dirigente.

“Hace dos o tres meses fue la presentación en el Hotel Dreams de Punta Arenas, de la cadena de Parques Nacionales que tiene la Fundación Rewilding en el sur de Chile. Yo no pude ir pero fue mi hijo, Francisco Javier González Alvarez, como representante de la comunidad kawésqar”, detalla. “Resulta que cuando fue a entrar le cobraron $140.000 y eso que él iba a representar a su comunidad. Habían colocado fotografías del pueblo kawésqar para ambientar la presentación”, concluye.

Sin embargo, el joven le exigió a los encargados del evento que quitaran las imágenes del pueblo kawésqar porque lo consideró una falta de respeto. Así lo hicieron.

“Entonces uno entiende que a esta gente, a la Fundación Rewilding, no le interesan las culturas ancestrales sino que quieren su imagen, nada más. Quieren usar nuestra imagen”, subraya.

Días atrás una resolución emanada del Ministerio de Medioambiente que conduce Maisa Rojas, dio por concluido el proceso de Consulta Indígena indispensable para continuar con el trámite de creación del parque. En otras palabras, sin la aprobación de las familias no habrá parque.

Curiosamente en Chile en el gobierno de Boric no parecen haber tomado nota de la negativa que termina con los planes de los Tompkins. Boric pretendía inaugurar un Parque Nacional al finalizar su mandato. A poco de iniciarlo además había advertido que las salmoneras tendrían que abandonar las zonas de reserva. Esto tampoco ocurrió en el marco de una compleja discusión que abarca: el traslado de las operaciones, la posición de la Multisindical de Trabajadores por proteger el empleo y los permisos otorgados hace décadas para funcionar.

“Nosotros sabemos que una vez conformado el parque no se va a poder hacer nada allí. Es más, tampoco vamos a poder entrar los propios kawésqar al parque. Solo ellos. Creo que lo que están armando es un turismo de elite para unos pocos”, reflexiona González Caro.

“Conocemos la conducta de la Fundación Rewilding y de los Tompkins en otras áreas de Chile donde los pobladores rurales fueron expulsados de la tierra. Eso también puede ocurrir aquí”, sigue.

Tompkins nunca ocultó su reticencia a la presencia de seres humanos en las tierras que él iba adquiriendo en Chile. Alguna vez un grupo de empresarios se reunió con el ex creador de la marca de ropa North Face y se sorprendieron ante el rechazo de Tompkins a cualquier cosa que tuviera aroma a progreso. De hecho, con los años, Tompkis se fue mimetizando con la típica imagen de un baqueano aunque con acento extranjero.

“Nosotros no queremos otro Parque Nacional más donde no se puede hacer nada de nada. Se convierte en un territorio para cierto grupo tenga acceso. No queremos más parques. Lo que propusimos fue una Reserva Indígena donde podamos participar, el gobierno no aceptó porque se trata de una donación condicionada a la creación de un parque. Entonces, no”, dice el referente kawésqar.

Otro de los puntos que inquietan a las comunidades es el formato de compra de las tierras por parte de la Fundación Rewilding y el origen del dinero.

“Esta gente se mueve con poca transparencia. No sabemos de dónde sacan el dinero, muy poco se sabe de cómo fue el proceso con estas tierras. Porque anunciaron que habían donado y esto ocurrió en el Palacio de la Moneda y ahora resulta que no, porque la donación está condicionada por la creación del parque y el parque no será, entonces, se cayó la donación y el parque”, abunda.

“En el fondo estamos frente al mismo racismo y etnocentrismo de siempre. Un grupo de extranjeros que se creen superiores a los locales y que no entendemos nada. Que no podemos administrar ni nuestra propia geografía”, señala.