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El hidrógeno verde en Magallanes: Un futuro prometedor con desafíos institucionales [Por Marco Pinto]

El hidrógeno verde se está posicionando como un elemento clave en la transición hacia una economía más sostenible, especialmente en lugares como nuestra región, donde el potencial eólico es realmente impresionante. La producción de hidrógeno verde a través de la electrólisis del agua, utilizando electricidad desde fuentes renovables como la energía eólica, nos brinda un combustible limpio con emisiones casi nulas durante su producción, minimizando el impacto antrópico en el medio ambiente. En este caso como todos sabemos, que Magallanes cuenta con las condiciones perfectas para desarrollar esta industria, gracias a su enorme potencial eólico generado por los vientos que proviene desde el Este, que son capaces de producir más de 10 Gigavatios (GW) de capacidad eólica.

Con esto al implementar los diversos proyectos de hidrógeno verde dentro de la región, no solo ayudaría a descarbonizar sectores como la minería, el transporte pesado y la generación de energía, sino que también podría impulsar el desarrollo económico local. Esto debido a que se espera que la producción de hidrógeno verde en Magallanes alcance hasta 1 millón de toneladas al año, lo que posicionaría a Chile como un jugador importante en el mercado global de este combustible. Además, desde un punto de vista económico y laboral, el desarrollo de la industria de hidrógeno verde en Magallanes podría generar al alrededor de 5.000 empleos directos e indirectos en la próxima década, abarcando áreas como la construcción y operación de plantas de electrólisis, mantenimiento de infraestructura eólica y logística relacionada, sin considera el incremento en las obras inmobiliarias y el impulso a la economía local. Al mismo tiempo, esto podría fortalecer y fomentar la capacitación y especialización de la fuerza laboral local en tecnologías de energías renovables y gestión de proyectos energéticos, fortaleciendo así las capacidades de los habitantes y trabajadores de región.

También debemos considerar que el impacto ambiental por el consumo y utilización de combustibles fósiles está generando estragos significativos a nivel global y local, causando cambios acelerados en las temperaturas globales y alterando el pH de los océanos. La producción y uso de hidrógeno verde podría ayudar a reducir las emisiones de CO₂ de forma significativa. Se estima que para el año 2040, la producción y uso de hidrógeno verde en Chile podría reducir hasta 2 millones de toneladas de CO₂ al año, lo que contribuiría a las metas de mitigación del cambio climático propuestas por el país. Al mismo tiempo,  se ha establecido que, si se integra el hidrógeno verde como matriz energética chilena, podría significar una reducción del 15% en las emisiones de sectores industriales, siendo un aporte clave para el 2030. Esto es cuantificable a corto plazo, ya que se las propuestas indican que entre los años 2025 a 2030, ya deberían estar comenzando los primeros proyectos piloto que permitan verificar in situ la tecnología y el potencial regional, de esto destaca lo que viene realizando HIF desde el 2022, siendo la primera planta de e-Combustibles en el mundo que utilizada energía eólica para producir hidrógeno verde, el proyecto propuesto por esta empresa tiene como objetivo la descarbonización total de sus procesos, para ello hasta este año ha realizado más de 50 mil análisis, asentado un hito importante para la industria y para la región. Al mismo tiempo esta empresa ha generado los primeros empleos y sin contar con las capacitaciones locales realizadas.

Se prevé que, la expansión de la capacidad productiva debería incrementar en un mediano plazo (2030 a 2040), incorporando la exportación a mercados como Japón, Europa y Corea del Sur, lo que podría posicionar a Chile como un exportador de hidrógeno verde, con un potencial de exportación de 500.000 toneladas al año. Además, es estima que, los proyectos a largo plazo, que se iniciarían a partir de 2040, posicionarían a la región de Magallanes como centro energético clave,  que favorecería el desarrollo sostenible de la región y al cumplimiento de los compromisos climáticos globales de propuestos por el gobierno de Chile.

La inversión proyectada para los proyectos de hidrógeno verde en Magallanes supera los 3.000 millones de dólares en los próximos cinco años, lo que refleja el interés tanto nacional como internacional en desarrollar esta industria. Con un crecimiento proyectado del 30% anual entre 2025 y 2035, el hidrógeno verde podría transformar la economía regional, diversificando la matriz productiva y aumentando significativamente el PIB de Magallanes.

Desafíos Institucionales y Regulatorios

Para que el desarrollo del hidrógeno verde en Magallanes funcione de manera óptima, es esencial contar con un marco regulatorio claro y una coordinación eficiente entre las instituciones clave. Esto implica una colaboración efectiva entre el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) , dirigido por la ministra Maisa Rojas y el Ministerio de Energía, bajo la dirección de Diego Pardow, junto con los SEREMI de MMA Enrique Rebolledo y SEREMI de Energía Sergio Cuitiño, que deben trabajar de forma conjunta y alineada para facilitar el avance de esta industria sostenible.

La sinergia de estas vinculaciones debe dar como resultados procesos de evaluación ambiental óptimos y reales, que integren una visión real de participación ciudadana y no solo el pensamiento crítico y ridículo de las ONG’s ambientalistas,  que lo único que busca es aletargar los procesos productivos regionales (e.g. salmoneras),  por un mal llamado eslogan de conservacionismo. Estos son aspectos críticos para facilitar el desarrollo de proyectos sostenibles en el tiempo. La colaboración entre el sector público y privado es fundamental para maximizar los beneficios económicos y ambientales de esta industria en la región. Junto a ellos la eficiencia en los procesos de evaluación ambiental (SEIA), deben ser pulcros y no perjudicar a las empresas privadas con indicaciones sin sustento técnico o especialista, que hoy en día es lo que ha ralentizado la instalación de nuevos proyectos en nuestra región, ya que solo existen 14 proyectos operativos a escala piloto de los 77 anunciados, según datos de la asociación chilena de hidrógeno (marzo de 2025). 

De lo anterior, como profesional de la ciencia, me preocupa de sobremanera que se desarrollen posibles conflictos de interés en la institucionalidad ambiental y ONG’s (como Fundación Terram ), y que estas vinculaciones puedan afectar la transparencia y credibilidad de los procesos. Por lo cual, es necesario que  la colaboración público-privada sea guiada por personas con estudios prácticos y conocimiento tácito en esta materia y no cualquier “ambientalista” que por querer tener un poco de pantalla genera retrasos en procesos que son de importancia global y local, ya que estos proyectos, si bien buscan generar un auge de la economía, también buscan ser una vía para disminuir los impactos antropogénicos que derivan de nuestras actividades diarias, las cuales incrementan y aceleran el cambio climático.