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¿Qué viene ahora con la segunda vuelta presidencial? [Por Miguel Sierpe]

Una vez que se conocen los porcentajes y posibilidades de ambos candidatos que avanzan a la segunda vuelta presidencial, el proceso político y social entra en una nueva fase, mucho más compleja que simplemente “sumar votos”. Asumir que los votantes actúan como un bloque homogéneo (o un “piño de ovejas”) es un error común; en realidad, la porción de la ciudadanía con posturas políticas fijas es significativamente menor en comparación con quienes votan de manera más flexible o pragmática, por tanto no me parece darlo por sentado y quedarse a esperar la banda.

Para la reconfiguración de apoyos y alianzas, tras la primera vuelta, los candidatos deben analizar detalladamente el origen de los votos de los candidatos que quedaron fuera de competencia. Sin embargo, no se trata solo de ir a buscar esos votos como si fueran transferibles automáticamente. Cada grupo de votantes tiene motivaciones, expectativas y grados de compromiso distintos. Por eso, los equipos de campaña suelen enfocarse en negociar apoyos con los partidos y figuras políticas que quedaron en el camino, pero también en identificar segmentos de votantes independientes o indecisos que serán clave en la segunda vuelta.

Los candidatos suelen ajustar o matizar sus discursos para captar a quienes no votaron por ellos en primera instancia. Esto puede implicar modificar propuestas, enfatizar ciertos temas o mostrar mayor apertura al diálogo. La estrategia no es solo sumar apoyos de partidos, sino también conectar con la ciudadanía que se siente menos identificada con posturas rígidas o polarizadas.

Un factor central en la segunda vuelta es la capacidad de movilizar a los propios votantes y persuadir a quienes no participaron en la primera vuelta. La abstención suele ser alta, y motivar a quienes están desencantados o apáticos puede definir el resultado. Además, la campaña se centra en evitar que los propios adherentes se relajen pensando que la victoria está asegurada, o que la derrota es inevitable.

En esta etapa también influyen acontecimientos inesperados: debates, errores de campaña, crisis sociales o económicas y el comportamiento de los medios y redes sociales. Todo esto puede modificar percepciones y tendencias en pocos días, por lo que las encuestas y proyecciones siempre tienen un grado de incertidumbre, yo veo a muchos seguidores de José A. Kast, ya preocupados en que cartera podrían ingresar, cuanto están dispuestos a cederle a los de Chile Vamos o Libertarios y eso los lleva a sorprenderse que para ganar tienen que entregar parte de lo que sienten es de ellos, mientras las caras visibles de quienes apoyaron a Mathei, se debaten entre lamentarse o correr con las manos abiertas a esperar un puestito para Marzo.

En resumen, tras conocer los porcentajes y posibilidades de ambos candidatos en segunda vuelta, lo que viene es una etapa de estrategias, negociaciones y comunicación mucho más fina y compleja que solo sumar votos. El desafío real está en persuadir, motivar y movilizar a una ciudadanía diversa, donde muy pocos responden ciegamente a directrices políticas y la mayoría evalúa su voto según el contexto, las propuestas y las circunstancias del momento.

Por Miguel Sierpe Gallardo