Peligrosas aguas [Por Javier Ruíz]
El gobierno está dando un riesgoso giro de timón. Es probable que así no logre llegar a la isla de la Tortuga. El énfasis en el discurso de la seguridad es un giro siempre complejo para la izquierda, no exento de saldos negativos.
La política es del orden del decir, de la deliberación. El corazón del sistema democrático es el diálogo de los ciudadanos respecto de los asuntos de la ciudad. La conclusión es clara; más que los acueductos, lo importante es la conversación previa que establece la necesidad de los acueductos romanos. La política dice, y luego suceden cosas. La izquierda ha tenido siempre una trampa de lobos; la famosa 11 tesis de Feuerbach. Ésta equivocada idea de Marx, afirma que el hacer es más importante que el decir. Es evidente que no fue un buen lector de la filosofía griega. A Hegel lo leyó bastante como se sabe, pero en Hegel ya están olvidados y tergiversados los griegos. Siempre la izquierda ha tenido este dilema. Los que no lo han logrado salvar se han convertido en la conocida ultraizquierda, que siempre ha llegado oportuna a la hora del té de la historia. La izquierda que ha logrado resolver el acertijo, es decir comprender la ecuación correctamente, esto es, que la política es del orden del decir; estos han gobernado y han sabido gobernar.
En el tema de la seguridad, el gobierno ha comprendido parcialmente esto; sabe que el discurso construye realidad. Comprende que la sensación de inseguridad es producto de un relato, entonces enfrenta ese relato haciendo un giro de timón y se apresta a navegar en los complejos mares de la criminalidad. En las últimas semanas hay una evidente ofensiva comunicacional. Se busca generar la sensación de tranquilidad mostrando la acción y planes de las policías. Y en esto, la izquierda se convierte en un gobierno más de derecha. Recordemos que la única y clásica estrategia de la derecha en este tema es más y mejor policía. También le pasó a Piñera. No pudo contras las brisas socialdemócratas y su primer gobierno fue una administración más de centro izquierda.
Pero entonces, ¿qué debe agregar la izquierda?. Debe colocar su impronta de izquierda, esto es, que la necesidad social tiene un origen estructural. Eso es lo que el discurso de izquierda siempre ha intentado revelar, desocultar. A la par de las acciones policiales el gobierno debería pensar en cómo quitar adolescentes a las bandas y eso debiera estar en un plan integral de seguridad. El delito es también y sobre todo, una cuestión generacional. El crimen tiene un rostro adolescente. Estrategias socio-políticas de disputa en el territorio, entre otras, son cuestiones que una izquierda moderna no puede dejar de abordar.
Finalmente la táctica del gobierno tiene un único y pobre resultado; coloca en el centro de la escena al actor policial. Las policías y fuerzas armadas son la última línea del Estado. Ellos están en un hacer tal como lo están los cuerpos de salud, los funcionarios de mantención de caminos, etc. Todo lo operativo del Estado. Cuando se les coloca en primera línea es señal de crisis y empobrecimiento de la política. Le está sucediendo hoy día a este gobierno, pero también le pasó a Allende en los meses anteriores a la tragedia y a Piñera durante los primeros meses del Estallido. La política no debe renunciar a la política y las fuerzas policiales, que se las ve entusiastas participando en política, no son fuerzas políticas, no están entrenadas en el deliberar, son fuerzas operativas.
Vientos oscuros se esperan con este giro de timón. Habrás que buscar bahías que entreguen algun solaz momentáneo.
