En 1926 asumió como gobernador interino del territorio de Magallanes, el teniente coronel de ejército Javier Palacios Hurtado, un hombre muy ligado a la figura de otro militar, que pronto se haría con el cargo de presidente de la república: Carlos Ibáñez del Campo.
Palacios se granjeó rápidamente el afecto del pueblo, porque supo interpretar el anhelo de las grandes mayorías que bregaban por recuperar para el austro, la condición de Puerto Libre, que como dijimos, fue el mecanismo de excepción que contó Magallanes desde 1868 a 1912, y que permitió la entrada, con libertad aduanera, de bienes y servicios, a una época que escritores como el Premio Municipal de Literatura y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Silvestre Fugellie, catalogaron como “La edad de oro”.
El coronel Palacios se apersonó en el territorio el mismo año en que un capitán, llamado Ramón Cañas Montalva, comenzaba a vivir y proyectar desde el austro, su pensamiento nacionalista, geopolítico y antártico.
Al respecto, el sacerdote salesiano Lorenzo Massa, en su clásico libro “Monografía de Magallanes”, escribió sobre Palacios Hurtado lo siguiente:
“Veló por la fiel y exacta observancia de las reglamentaciones municipales, especialmente a lo que se refiere a la higiene y salubridad. Inspeccionaba personalmente y a menudo, acompañado del señor Alcalde don Juan Agustín Yáñez, los locales donde se manufacturaba el pan y otros alimentos de la población. Y cabe señalar que al realizar estas visitas, no le movía el ansia de dar sorpresas, sino un deseo saludable de prestigiar el oficio y asegurar la salud del pueblo, cuya responsabilidad gravitaba sobre él”.
Durante su administración, contrató un empréstito por cinco millones de pesos de aquel entonces, para pavimentar la ciudad de Punta Arenas, lo que fue autorizado por la ley especial Nº 4.420 y otra suma de dos millones, para finalizar el trayecto de Morro Chico a Última Esperanza, lo que posibilitó la construcción definitiva del camino Punta Arenas-Puerto Natales, el que fue inaugurado el 31 de diciembre de 1930.
Javier Palacios fue un hombre de acción, que al igual que Ibáñez en la presidencia de la nación, no aceptaba presiones políticas, ni la intromisión de los sindicatos en la vida productiva del país.
En este sentido, a la luz de nuevas investigaciones efectuadas por historiadores y por profesionales vinculados con las ciencias sociales, se le imputa ordenar la desaparición el domingo 10 de febrero de 1927, del periodista, director del periódico “El Esfuerzo”, órgano oficial de la Federación Obrera de Magallanes, en Última Esperanza, Miguel Ángel León Rabanales.
Javier Palacios Hurtado fue nombrado gobernador titular del territorio el 1 de julio de 1927. A contar de ese momento, comenzaron las tratativas finales llevadas por el presidente Ibáñez, con mucho sigilo desde La Moneda en Santiago, para dividir la inmensa Patagonia chilena en dos mitades. El Decreto con Fuerza de Ley Nº 8.583 del 30 de diciembre de 1927 creaba el territorio de Aysén y elevaba a Magallanes a la categoría de provincia. Sin embargo, hubo de superarse una serie de contratiempos legales, para que, a través de un nuevo Decreto, el Nº 2.335 de 22 de mayo de 1929, regularizara la situación de Aysén, transformándolo también en provincia, para que se hiciera efectiva esa resolución, también aquí, en Magallanes.
Javier Palacios Hurtado, primer Intendente de la provincia de Magallanes.
En la práctica, esto significó generar un nuevo orden administrativo en el austro. En una decisión incomprensible, la capital provincial, Punta Arenas, sufrió un inesperado cambio de nombre, pasando a llamarse Magallanes, capital de las comunas de Magallanes, Río Verde, San Gregorio y Río Chico.
Se crearon los departamentos de Última Esperanza, con las comunas de Natales y Cerro Castillo; y de Tierra del Fuego, con las comunas de Porvenir, Primavera, Bahía Inútil y Navarino.
La ciudad de Magallanes retomó su nombre original, Punta Arenas, por una disposición legal emanada en el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, el 31 de diciembre de 1937.
Mucho antes, Javier Palacios Hurtado era removido de su cargo de Intendente en el verano de 1929. Una de sus últimas medidas fue luchar ante sucesivos gobiernos, para que la antigua calle Arauco pasara a llamarse José Fagnano.
Javier Palacios fue padre de otro militar, Javier Palacios Ruhmann, que es recordado por llevar a efecto la toma y asalto al Palacio de la Moneda, en el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
Algunas fuentes aseguran que Palacios Ruhmann habría dado el tiro de gracia al presidente Salvador Allende, en esa dramática jornada. Otras versiones lo sindican como responsable de la desaparición de al menos, tres personas en esa mañana. Otras fuentes coinciden en señalar, que Palacios Ruhmann fue un militar recto, ponderado y que jamás se excedió con los rendidos.
Este oficial hizo sus primeras armas precisamente aquí, en Punta Arenas, a donde fue destinado luego de egresar de la Escuela Militar en 1941.