¿Cómo se explica que el delegado presidencial, José Ruiz Pivcevic, no responda las peticiones de reunión por lobby, tal cual lo exige la Ley respectiva?
¿Por qué el delegado presidencial, sabiendo apenas asumió de las graves acusaciones por maltrato laboral que existen en la seremía de Energía no dijo nada, ni procedió a hacer las denuncias correspondientes, ni tomó cartas en el asunto?
¿Por qué Ruiz Pivcevic no ha emitido declaración alguna respecto al cierre de las oficinas (a puertas cerradas) y nula atención de personas de un servicio público como lo es la seremía de Energía durante buena parte de la semana recién pasada?
¿Por que no se refiere a las denuncias que tiene la integrante de su gabinete (María Luisa Ojeda-Energía) por los maltratos laborales, y por no haber hecho nada hace más de un año, incluso teniendo todos los antecedentes prácticamente desde que asumió en dicha cartera?
Tantas preguntas, y tan pocas respuestas… Pareciera que Luz Bermúdez no se ha ido de la Delegación. Y que Arturo Díaz sigue penando en los pasillos de los edificios de Gobierno. Todo sigue tal cual, y da la sensación que los cambios fueron tan solo en el papel.
Con un jefe de gabinete parco, sin habilidades blandas, que trata de mentiroso a un medio por tener más información que él mismo. Orlando Vargas, ex militante del Partido Socialista, que no es puesto ahí por el delegado si no más bien por el nivel central, tratando de entregarle un poco más de peso en la mirada política a Ruiz. Cosa que no se ha notado en lo absoluto.
Vargas, muy criticado en las últimas semanas por las organizaciones sociales por decir una cosa y hacer otra. No son pocos los dirigentes que le han solicitado visitas del delegado a sus barrios o territorios, y aunque dice que sí lo cierto es que finalmente no cumple.
Responsabilidad tiene también en la nula respuesta a las peticiones de reuniones vía Ley del Lobby.
Como por ejemplo por parte de empresas ligadas al sector privado, ú organizaciones sociales, ó al hidrógeno verde. Mucha boca llena del futuro de dicha industria, pero la verdad es que a la hora de la acción y gestión nada de nada. Porque lo menos que se puede hacer es responder una petición de reunión. Además de ser una obligación por Ley.
Este Gobierno definitivamente no entiende lo que significan las habilidades blandas y la fundamental capacidad de poder comunicar bien. Ya no hay vuelta. No existen en términos comunicacionales, y se contagian mutuamente, mostrándose desorientados y huérfanos de ideas y creatividad.
Han cavado su propia tumba, como señalamos en una columna anterior.
Porfía, poca comprensión de la realidad, ideologismo extremo, y pocas, pero muy pocas respuestas. Sin dejar de mencionar que el equipo de asesores en la Delegación sigue siendo exactamente el mismo que estuvo con Bermúdez.
Tal cual como va la cosa, los esfuerzos que hacen desde el interior del Gobierno para dejarle la mesa servida a quienes están en la oposición es digno de análisis. O sencillamente hay quienes están atornillando al revés, o son ciegos, sordos y mudos a la hora de la reacción. Hay veces que resulta hasta increíble la falta de cercanía, de experiencia, incluso de conocimiento del escenario político regional.
Sin vocerías, sin siquiera encontrar defensas entre ellos mismos.
Náufragos y a la deriva, y lo peor de todo es que se palmotean la espalda, se felicitan cuando cometen errores, y son más centralistas que cualquiera que haya pasado antes por esa administración.
Es verdad que hay frustración en muchos que votaron por este Gobierno. Pero a esta altura también hay pena, e incluso algo de sonrojo… Más aún cuando alguien les dice las cosas de frente, a través de un micrófono ó de una columna. En la sobremesa, o en el café del centro. Y las respuestas no llegan, o se dicen cuando están en su burbuja, encerrados, ensimismados en la intolerancia.
Convencidos de lo que hacen, fuera de tiempo.
Dejando en manos de otros lo que ellos mismos debieran hacer.