Sebastián Piñera no la tuvo fácil.
Fue el primer presidente de derecha elegido democráticamente luego del triunfo del NO, la salida de Pinochet y una serie de gobiernos de centro izquierda que tuvieron sus altas y bajas.
No fue poco sobre todo para un país que todavía cicatrizaba heridas y conjuraba fantasmas.
A diferencia de otros presidentes latinoamericanos Piñera apareció en el horizonte político internacional como un hombre de negocios verdaderamente exitoso que quería cumplir con una función pública.
Se sabe que Chile no es un país esencialmente corrupto de modo que la actividad política tiene otros condimentos. Otras búsquedas.
La gloria, el bronce, quedar en los libros de historia, liderar olas de progreso y más.
Se podría afirmar que Piñera ya lo había logrado todo como empresario para cuando accedió a la presidencia en el periodo 2010/14. Ya sabemos que a poco de asumir le tocó un terremoto y el rescate cinematográfico de los 33 mineros. Durante su segundo periodo, 2018/22, tuvo que lidiar con la pandemia y el estallido social.
Sin embargo, Piñera pudo haber sido presidente pero de una multinacional y un así conservaba el deseo de triunfar junto a su país. Con su país. Hacer grande y fuerte esa delicada franja de tierra que parece amenazada por el mar y la cordillera.
Las historias económicas que lo comprometían o lo situaban en la polémica hacían pensar en una colección de éxitos allí donde otros fracasaban.
Pensando en números y dicho en euros. En la segunda presidencia de Piñera (2018/22) su gobierno subió el gasto de educación a más de €13.000 millones anuales y a casi €14.000 millones el de salud.
En 2018 la economía chilena más que duplicó su tasa de crecimiento respecto del 2017 (1,5% a 3,9%).
Piñera intentó ubicar a Chile un escalón por encima del resto de Latinoamérica aunque ese esfuerzo no alcanzaría para que el país se consagrara como uno desarrollado.
Por estos lados, siempre faltan 5 para el peso.
A Piñera primero lo ayudó el precio del cobre y luego no. Lo impulsó la estabilidad y luego debió nadar contra la volatilidad del planeta.
A lo largo de su último gobierno se generaron más de un millón de empleos informales. Una manera de entender que la economía interna consiguió desarrollar una mejor dinámica de oferta y consumo impensada en otras épocas.
Piñera no nos sacó de la Primera
B, es cierto aunque lo intentó con ahínco.
Le falta mucho al país para este logro.
Mientras tanto su legado permanece. Discusiones a parte como presidente ayudó
A Chile a ser un mejor país en casi todos los sentidos. Los que importan.