El denominado estallido social fue entre otras poderosas razones, producto del alza en el
costo de la vida y la falta de viabilidad, de un Chile sustentable medioambientalmente.
Chile está estancado económicamente y el presupuesto del fisco aconseja dejar el sum
endeudamiento, dejar de quemar el dinero en proyectos, sin resultados visibles para la
población. A lo anterior, se suma que los precios de los arriendos han aumentado
considerablemente. Y los proyectos de inversión en vivienda casi detenidos por la falta de
dinamismo en la demanda. Nada de ello pareciera resolver la elección del domingo.
En el aspecto de gobierno interior es un hecho público y notorio que la seguridad en Chile flaquea.
El País económicamente no crece y millones de chilenos están cada vez más endeudados y
pobres. El oficialismo que llegó al poder barriendo la vieja política terminó apoyando a un
gobernador que no es sino un reconocido concertacionista. Y teniendo entre sus filas a una
ministra del ala más cuestionada de la concertación al interior del gobierno, el PPD.
Ellos los oficialistas, que lucharon en las calles frente al abuso de los denominados 30 años,
han traicionado sus principios. Patente fue la imagen de la alcaldesa Delfino, otrora dirigente
secundaria estudiantil gaseada y perseguida el 2006, a los abrazos con el rostro más
emblemático de la concertación como lo es Claudio Orrego.
La idea de nueva Constitución está sepultada y la denominada reforma al sistema de
financiamiento a la educación superior es sólo levemente mejor,que la propuesta presentada
por Sebastián Piñera.
Frente a ello nuestro país no sólo necesita alternancia en el poder, sino coaliciones que
permitan dar gobernabilidad al país. El programa del frente amplio derrochaba en ambiciosos
proyectos de “transformar la matriz económica” “sepultar el neoliberalismo” en palabras del
presidente Boric o en “meterle inestabilidad al sistema” como reconoció en una entrevista al
Mercurio el embajador Sebastián Depolo ex presidente de Revolución Democrática, años atrás.
Cosa no fácil,es gobernar, pero con un partido comunista metido en las comunicaciones del
gobierno y cuestionando en el pasado a todo el mundo por las denominadas violaciones a los
derechos humanos en el estallido y hoy silente, frente a los casos de abusos en su gobierno en
materias tan diversas como los desalojos en tomas, la represión a comerciantes ambulantes,
el abuso funcionario a un trabajador de la moneda por no tener el tiempo adecuado de
descanso o en el abuso de una mujer por parte del jefe político de las policías, como lo fue
Monsalve, todo ello no hace sino dejar, un panorama desolador en el extravío de una agenda
transformadora.
El caso chileno es algo paradójico. Por un lado el chileno es crítico de su situación actual. Pero
al momento de votar piensa con razones alejadas de la innovación política y sólo vota frente a
la incertidumbre,por lo que conoce. ¿por qué la derecha no suma votos en el rechazo amplio
a la forma en que se gobierna y a los patrones de abuso en que ha caído el gobierno como el
caso convenios, y el caso Monsalve?
Creo que se debe al empate en el relato. Por un lado el cuestionado financiamiento político
que tanto le costó a la derecha con el caso SQM y Penta. En el otro: el ataque al discurso
feminista y el no ser creíble frente al descarnado caso de abuso a la mujer que tantas marchas
motivó.
Francisco Orrego derrocha entusiasmo, pero faltó ser certero en los apoyos de los derrotados
en primera vuelta, para sumarlos a un proceso más transformador.Esa es la razón de todas las
derrotas.