¿Es “Task” la mejor serie del año? (Por Claudio Andrade)
Estas cosas suelen decirse cada cierto tiempo y casi siempre son falsas. Pero…siempre hay una excepción. ¿No?
¿Es posible que “Task” sea la mejor serie del 2025? ¿Y si es la mejor de los últimos años? Hay razones. Existen argumentos.
Por estas horas, la producción que se puede ver en Max, llega a sus instancias finales (son 7 capítulos) y aunque el horizonte se acerca con la potencia de un huracán siempre supimos de qué iba la cosa. Qué fantasmas dominan el cielo oscuro de los protagonistas.
“Task”, de los productores de “Mare of Eastown”, es más que un perfecto culebrón norteamericano, es, en cierto modo, un dibujo a mano alzada de todos esos asuntos que cruzan a las personas incrustadas en esta civilización tan moderna como desquiciada.

Porque más o menos, en todos lados, siempre hablamos de lo mismo: amor, dinero, hijos, traiciones, amigos, y la lista sigue. Las series pueden enmascarar el dolor y el vértigo de la vida en secuencias bien encuadradas, con luces cinemáticas, colores y escenarios de buen gusto. Pero las más profundas, aquellas capaces de quitarnos la respiración, dan un paso hacia adelante, hacia tu propio centro de gravedad como espectador.
Por eso las amamos aunque los personajes nos resulten ajenos y las secuencias se desmadren y no lleguen a representarnos en su totalidad.
Al final de cuentas, se trata de personas debajo de los disfraces, en las vestimentas de otros. Y de otros.
El argumento cuenta las andanzas de un grupo de criminales que se dedica a robar las casas de un grupo de motoqueros que trafican drogas a lo largo de los suburbios de Filadelfia.
No abundan la sofisticación ni el glamour hijo del progreso. Aquí los decorados son bastante grises y las vidas transcurren lejos de la gloria.
Para atraparlos, el FBI crea una unidad a cargo de un policía que acaba de vivir una tragedia personal y que alguna vez fue sacerdote.
Estos son los personajes de una obra que se dispara al infinito. Porque en el cansancio de cada uno, en sus sueños rotos, en sus profundos deseos por seguir y seguir, uno observa los deseos, el cansancio y los sueños de la humanidad que nos rodea. De nosotros mismos.
¿Que no tienen las mejores ideas para salir de su propio infierno? Pues obvio, las luminosas ideas acerca de la victoria definitiva por lo general no son demasiado brillantes.
Entonces, todo y nada. La adrenalina ante el tiempo siempre escaso, la frustración, y la búsqueda desesperada por reivindicarse.
En la mirada de Mark Ruffalo, en otra actuación brutal, y en los de Tom Pelphrey, se refleja, como en fotografía saturada, necesaria, el dolor de un tiempo. La fatiga de una época.
