Una gran polémica ha generado la inminente instalación de una planta procesadora de salmones en Puerto Natales, la cual es un proyecto de la empresa Australis, por más de 70 millones de dólares.
Según lo publicado por el Mostrador, “durante su tramitación, organizaciones denunciaron, entre otros, el caso de la bióloga Karina Bastidas, por conflictos de interés. Ingresó en 2010 al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) y renunció en julio de 2017 como directora del servicio en Magallanes. Luego hizo lobby para Australis. Y una semana después que fuera aprobado el polémico proyecto de Puerto Natales, asumió nuevamente en el SEA, pero en la Región de Los Ríos”, entre numerosas irregularidades que fueron denunciadas ante el Tercer Tribunal Ambiental de Valdivia por diversas organizaciones sociales y ambientales.
El mismo medio digital consigna que “el proyecto además fue apoyado por el alcalde anterior de Puerto Natales, Fernando Paredes, que incluso llegó a cambiar un decreto municipal sobre el tránsito de camiones para facilitar la construcción de la obra. En agosto, la actual alcaldesa, Antonieta Oyarzo, se querelló en su contra por administración desleal y fraude al fisco”.
Sin embargo, estos argumentos no fueron acogidos el tribunal. Por este motivo, la ONG FIMA presentó un recurso de casación ante la Corte Suprema, para detener la construcción.
Entre los argumentos para el recurso, se aduce que Australis presentó Declaración de Impacto Ambiental (DIA) y no un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), no considerando el tamaño del alcance que tendría en la comunidad y su entorno la instalación del megaproyecto.
«Esto quiere decir que el titular declara el cumplimiento de la ley, pero no existe una evaluación rigurosa –lo que sí se da en el caso de un EIA– de los impactos que podría producir la operación del proyecto», señala una fuente de FIMA.
«Una evaluación ambiental exigente es fundamental en este caso, porque el proyecto generará una serie de impactos para los cuales no se cuenta con suficientes antecedentes al día de hoy», agrega.
También hay que considerar que la planta se emplazaría en el borde costero de la bahía Dumestre, lugar donde se alimentan numerosas poblaciones de cisnes de cuello negro, por lo que el impacto en el medioambiente sería nocivo.