El viento sopla con fuerza en las playas de Malvinas, como si quisiera arrancar a todo ser viviente de esos parajes solitarios. El 2 de abril de 1982, en medio de la denominada operación “Rosario” sus costas fueron invadidas por tropas militares en plan de recuperar este territorio para la República Argentina.
A 16.000 kilómetros de distancia, la decidida respuesta del gobierno británico fue enviar barcos de guerra, submarinos nucleares y 2 portaaviones, además de 30,000 hombres bien pertrechados y entrenados con gran capacidad de combate, desencadenando una de las guerras más cruentas de finales del siglo veinte. Los combates se prolongaron por 74 días, finalizando el 14 de junio de 1982 cuando se firmó el término del conflicto.
27 años después, en marzo del 2007, el escritor e historiador argentino Federico Lorenz, narra sus experiencias y convicciones íntimas, reflexionando sobre los hechos y su recorrido por las islas. Se entrevista con pobladores y excombatientes, registrando estas experiencias en el libro: ”Fantasmas de Malvinas”, publicado en el año 2008.
“Hace sólo minutos que pisé Malvinas. Mientras vamos rumbo a Puerto Stanley en la camioneta que nos traslada, me pregunto si de verdad es la primera vez que me encuentro con esos cerros”
Poner los pies por primera vez en este suelo es entender que le es propio, le asoman recuerdos de infancia, los fulgores de la guerra y la presencia de un cementerio plagado de cruces blancas, donde yacen los cuerpos de los soldados argentinos que perdieron la vida en ese lugar. Sus pertenencias están esparcidas en los campos de batalla, cartas, restos de frazadas, una pila oxidada, un peine desdentado, suelas de botas, como mudos testimonios del horror de la guerra. Jóvenes que estaban haciendo su servicio militar, la “colimba”, sin experiencia de combate y mal pertrechados y que sin embargo se quedaron allí a recibir el ataque británico. Me viene a la memoria una frase de uno de estos jóvenes soldados “Ser valiente no significa ser un héroe, ser valiente es saber contener el miedo”. A su vez el historiador inglés, Hugh Bicheno, publicó sus impresiones de la batalla del Longdon afirmando que: “el coraje se transformó en un lugar común”.
Para hacerse una idea de la dificultad climática y del terreno de la zona, el autor nos testimonia:
“Para llegar al avión estrellado, hay que marchar casi dos horas a campo traviesa, cruzando arroyos, hundiéndose en la turba. Tenemos que parar con bastante frecuencia para abrir y cerrar tranqueras. Hace dos días que llueve en forma intermitente, y el terreno, de por si una esponja, está bastante difícil”.
Lorenz reflexiona profundamente sobre la manera que tuvieron los argentinos de ver el desarrollo del conflicto. Los que habitaban en el interior y en Buenos Aires que vieron el despliegue de la guerra como algo lejano y distante. Los que estaban en la otra orilla, en el continente, en suelo patagónico, que vivenciaron la guerra sin estar allí, en alerta permanente sin jamás entrar en combate. Los que estuvieron en la primera línea de combate, esos atrevidos gauchos argentinos, soldados criollos, jóvenes correntinos que al grito del sapucay defendieron sus posiciones con sus propias vidas.
Las historias se suceden y son estremecedoras: un soldado argentino, como medida disciplinaria, por comerse la comida de un cabo, es atado de pies y manos. Sacado a cuatrocientos metros de su posición, expuesto a la lluvia y la nieve, al bombardeo constante de las fuerzas inglesas, durante tres días. Roque Claudio Zabala, correntino, combatiente de la infantería de marina, se arrastra en la oscuridad de la noche, para proporcionar agua y alimentos a su compañero. El código del Bushido, el código ético de los guerreros samurái reconoce siete valores; la justicia, el valor, la compasión, la cortesía, la sinceridad, el honor y la lealtad, sin duda, el soldado Roque Zabala, merece nuestro respeto y admiración.
Existe una línea borrosa entre el honor y la injusticia, y es lo que sucedió en el triste regreso de los combatientes argentinos de Malvinas. La dictadura militar los desconoce y los omite. A posterior, la sociedad argentina procederá de la misma manera, pues reconocerles como héroes, significa apoyar a la siniestra dictadura Militar. Los soldados, el pueblo pobre combatiente, representado por estos jóvenes provincianos provenientes del norte del país, fueron las verdaderas víctimas de esta guerra infame.
Calificado como libro de viajes o como ensayo histórico, para quienes vivimos en la tierra patagónica, “Fantasmas de Malvinas”, es un eterno retorno a la memoria profunda de quienes habitamos en el sur del mundo.
Puerto Natales, noviembre de 2021.