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Cambio climático: Un debate que se reactiva y que coloca sobre la mesa distintas miradas

Mientras el Gobierno ajusta sus metas en hidrógeno verde y otras actividades productivas como la salmonicultura, hay voces de científicos internacionales que cuestionan directamente los fundamentos científicos del cambio climático y llaman a repensar la narrativa que guía la transición energética. Por ejemplo, el divulgador científico estadounidense con más de cuatro décadas de estudios sobre la dinámica de la Tierra, Gregg Braden, plantea que el cambio climático es real, pero no necesariamente causado por el ser humano en la magnitud que se ha difundido. “Más del 90% del CO₂ proviene de los océanos, no de autos o fábricas. Y esos océanos se están calentando desde abajo, no solo desde la superficie”.

El científico apunta a ciclos tectónicos y energéticos de unos 12.500 años como factores determinantes en los cambios de temperatura y actividad sísmica del planeta. En su análisis, los períodos de calentamiento y enfriamiento formarían parte de procesos naturales de reajuste terrestre, más que de un fenómeno exclusivamente antropogénico.

Aun así, Braden no niega la necesidad de transitar hacia fuentes limpias. Su crítica va dirigida al enfoque: “No debemos abandonar los combustibles fósiles porque el CO₂ nos destruya, sino porque el petróleo es finito e irremplazable”, afirma. Además, sugiere que tecnologías energéticas alternativas habrían sido marginadas o suprimidas por intereses económicos y políticos durante décadas.

Magallanes frente al espejo energético

El mensaje de Braden encuentra eco en una región donde los anuncios sobre el hidrógeno verde han sido presentados como una promesa de transformación estructural. Sin embargo, en las últimas semanas el propio ministro de Energía, Diego Pardow, reconoció que Chile deberá realizar “un chequeo de realidad” y ajustar a la baja sus metas de producción ante la menor demanda internacional.

Este viraje coincide con las advertencias de científicos críticos como Braden y el geólogo australiano Ian Plimer, quienes cuestionan los fundamentos del consenso climático y alertan sobre los riesgos de construir políticas públicas sobre diagnósticos incompletos.

En Magallanes, los millonarios anuncios de inversión, la presión por captar fondos internacionales y las dudas sobre los impactos ambientales han generado una mezcla de entusiasmo y desconfianza. Los cambios en el discurso oficial abren la puerta a una pregunta clave: ¿Está la región liderando una transición sustentable o repitiendo viejos ciclos de dependencia bajo un nuevo nombre?

“Ignoran la ciencia para imponer creencias”

En paralelo, el profesor Ian Plimer, referente del debate climático australiano, afirma en su libro “Climate Change: The Facts 2025”, editado por el Instituto de Asuntos Públicos (IPA), que no existe demostración empírica de que las emisiones humanas de CO₂ impulsen el calentamiento global, y acusa al consenso dominante de haberse transformado en una “religión climática”.

El texto cuestiona los modelos computacionales utilizados por la ONU y propone que los grandes ciclos naturales —de 18, 60, 1.500 o hasta 10.000 años— serían los verdaderos motores del clima. Además, reivindica al dióxido de carbono como un elemento “esencial para la vida”, y no como un contaminante.

“Hemos sido engañados. Todo ese aparato de destrucción económica está basado en premisas que no se han demostrado”, dice Plimer.

Ciencia, política y narrativa

Las reacciones del mundo académico no se han hecho esperar. Diversos climatólogos advierten que tanto Braden como Plimer incurren en errores metodológicos y selecciones sesgadas de datos, aunque reconocen que su discurso logra captar la atención de una ciudadanía cada vez más desconfiada de los consensos institucionales.

Más allá de las polémicas, el debate que reabren ambos científicos obliga a revisar la relación entre ciencia, política y economía. En el extremo austral, donde el viento es abundante pero las certezas escasean, Magallanes se convierte en un caso de estudio sobre los desafíos reales de una transición energética que no puede depender solo del relato del CO₂.

Gregg Braden e Ian Plimer no niegan el cambio climático, pero cuestionan la interpretación dominante sobre sus causas y consecuencias. Sus visiones, aunque controvertidas, llegan en un momento clave para Chile y especialmente para Magallanes, donde el discurso del hidrógeno verde enfrenta un necesario ajuste de expectativas.
En un escenario donde la fe en el consenso se resquebraja, la pregunta de fondo persiste: ¿qué energía —y qué verdad científica— moverá realmente el futuro de la región más austral del planeta?

Redacción ZonaZero.cl