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Magallanes se prepara para un 2026 con una economía regional mirando el impulso energético, marítimo y turístico

Mientras Chile proyecta un crecimiento económico moderado para 2026, la Región de Magallanes enfrenta un escenario complejo, pero con importantes oportunidades en sectores estratégicos como la energía, el turismo y la actividad marítimo-acuícola. Estos rubros serán claves para sostener el empleo y la inversión en una región que continúa posicionándose como una de las más dinámicas del extremo sur del continente.

El sector del hidrógeno verde seguirá siendo uno de los grandes motores potenciales. Tras la aprobación ambiental del proyecto de HIF Chile en Cabo Negro, el foco estará puesto en el inicio efectivo de las obras y en la capacidad del Estado y las empresas para resolver los cuellos de botella administrativos, logísticos y de infraestructura. Magallanes aspira a consolidarse como un referente energético mundial, pero aún requiere certezas normativas y una hoja de ruta clara para garantizar beneficios locales sostenibles.

En paralelo, la actividad marítima y acuícola se perfila como otro pilar fundamental. La pesca industrial y artesanal, junto con la salmonicultura, representan una parte significativa del PIB regional y miles de empleos directos e indirectos. Las proyecciones para 2026 anticipan un escenario de consolidación, aunque marcado por la necesidad de compatibilizar la producción con mayores exigencias ambientales y de sustentabilidad. Las empresas del sector trabajan en la incorporación de tecnologías limpias y en la reducción de impactos sobre los ecosistemas marinos, un desafío central en el debate público regional.

El turismo también mantendrá un rol protagónico, especialmente en la temporada alta, con Torres del Paine, Puerto Natales y Punta Arenas como principales destinos. Se espera un incremento de visitantes internacionales, impulsado por la estabilidad cambiaria y por el atractivo creciente del territorio austral como destino de naturaleza y aventura. Sin embargo, persiste la necesidad de mejorar la conectividad aérea y marítima y de diversificar la oferta de servicios.

Por su parte, el gasto público y la inversión estatal serán determinantes para sostener la actividad regional. Se prevén programas orientados a infraestructura, vivienda y fortalecimiento de la cadena logística que une a Magallanes con el resto del país.

En síntesis, el 2026 aparece como un año de consolidación y definiciones para Magallanes: una economía que mira al mar, al viento y al turismo como fuentes de desarrollo, pero que deberá equilibrar crecimiento con sostenibilidad y bienestar para sus habitantes. Pero al mismo tiempo, la mirada inteligente y con proyección por parte de quienes administren el Estado. Es ahí, donde comenzará el repunte si es que existe la mirada y la decisión para avanzar mirando al futuro.

Redacción ZonaZero.cl