Aproximadamente el 3,6 por ciento de la población mundial, es decir, alrededor de 281 millones de personas, residen actualmente fuera de sus países porque se ven obligados a abandonar sus hogares debido a una compleja combinación de factores, que los obliga a escoger voluntariamente el camino de la emigración, teniendo que abandonar sus hogares debido a la pobreza, la falta de acceso a la atención sanitaria, la falta de acceso a la educación, las carencias de acceso al agua, los alimentos o la vivienda, entre muchas otras tristes razones.
Entre las principales violaciones a los Derechos Humanos que padecen las personas migrantes, se encuentra la denegación de sus derechos civiles y políticos, la tortura, la detención arbitraria y también la ausencia del debido proceso judicial, así como, la reiterada vulneración de sus derechos tanto económicos, como sociales y culturales en los países que los reciben, por razones que generalmente se encuentran estrechamente relacionadas con la discriminación, el prejuicio y las actitudes xenófobas de las que son objeto.
Aún más doloroso, resulta ser, la situación de los Refugiados, de personas y familias, que muchas veces deben separarse y huir su país de origen por temor a la persecución, al conflicto, a la violencia generalizada u otras circunstancias que han perturbado gravemente el orden público y, que en consecuencia, requieren de la necesidad de protección internacional.
Durante el año 2018, una gran parte de los países miembros de la ONU apoyó un acuerdo sobre la migración en la Conferencia Internacional de Marrakech, con la sola excepción de Chile y de República Dominicana, con posiciones que desecharon su participación en el multilateralismo, y aunque con posterioridad, los representantes de otros 150 gobiernos ratificaron este pacto, el Gobierno de Sebastián Piñera decidió restarse, y quedar fuera de la historia, para unirse a un reducido grupo de países ultraconservadores que en esta materia, mantuvieron posturas inconmovibles, como Israel, Estados Unidos, Italia, Hungría y República Dominicana.
Este Pacto Mundial se basa en el derecho internacional de los derechos humanos y reafirma el compromiso de todos los Estados para respetar y proteger los derechos de las personas migrantes, defendiendo los principios de no regresión y de no discriminación, garantizando el respeto, la protección y el cumplimiento efectivo de los Derechos Humanos, independientemente de su situación migratoria, reafirmando el compromiso por eliminar del mundo todas las formas de discriminación, para erradicar el racismo, la xenofobia y la intolerancia.
En consecuencia, el mito de la migración planteado como una connotación negativa, debe ser superado, y frente a la pregunta que plantea el presente análisis con respecto a que ¿Si es la migración un Derecho Humano? La respuesta es una sola, claramente lo es.
Saludos Australes,