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Menjunje político, para envenenar [Por Mauricio Vidal Guerra]

A pocos días de la primaria, que solo será oficialista, debido a la incapacidad de las derechas de ponerse de acuerdo, la verdad es que pareciera que eso de acordar es más bien una acción hipócrita tan solo en busca del poder y nada más. Cuando uno pensaba que todo era posible en pos de la tan ansiada “unidad”, aparecen sectores que tienen la valentía de mandar todo a la punta del cerro con tal de no transar en pensamientos y puntos de vista respecto de la sociedad.

Claro, se critica la supuesta incapacidad de las derechas, pero en la centro izquierda están a punto de sacarse los ojos con tal de obtener más votos que el adversario, a punta de frases hirientes y con los mismos ataques de hace una década. Esa herida frenteamplista que llevan desde su nacimiento, autoinfligida por los actos de la Concertación y la Nueva Mayoría, y que luego de años la dejaron de lado con la intención de poder y nada más.

También podemos recordar la virulencia y los ataques sin asco en las primarias de la antigua derecha con Piñera, Ossandón y los Kast, dándose con todo…

Es que el poder tiene esa atracción de estar dispuesto a humillarte cada tanto, con tal de acceder a la toma de decisiones, y de ahí el plato frio de la venganza se come con más apetito y satisfacción.

Cuando vemos temas como el de Carolina Herrera Toro (ex seremi de Cultura y militante del FA), o las tres denuncias por Ley Karin, más otras anteriores a su llegada al IPS, de su actual directora Gloria Marín Sepúlveda, podría entenderse el menjunje de perfiles que aparecen tras esa ola de sacrificios para llegar al poder… Y en todos lados se cuecen habas. Porque la derecha, o las derechas, también han demostrado lo vomitivo de la política en un sinnúmero de ocasiones. Es así, innegable.

Lo del PS regional de hace unos días, de autoproclamarse como directiva regional sin cuórum, con denuncias graves de por medio, y con un dirigente incumpliendo su licencia médica para asistir al acto donde lo ungirían. Vergonzoso.

Pasaron cosas durante la administración anterior igual de vergonzosas. Lo que pasa es que tenemos una memoria maravillosa para la utilización de los partidos políticos.

Fíjense que alguien como Andro Mimica quiere ser diputado… Increíble y sin comentarios.

O piensen en que Verónica Aguilar se imagina que los pocos más de veinte mil votos que sacó cuando fue más que triplicada por Radonich en la elección alcaldicia, le podrían servir como futura candidata.

O que Javiera Morales podría tener alguna chance real de ser reelecta.

Lo cierto es que lo más seguro que ocurrirá es que Carlos Bianchi sea elegido nuevamente, y los otros dos cupos se los peleen las derechas… A esta altura, ese es el escenario. Corto y preciso.

Pero como todo cambia en política, no sería de extrañar que las cosas vayan variando, y los nombres que se repiten hoy, sea desplazados en el mañana por nuevas propuestas. Lo que pasa es que esas nuevas caras seguirán repitiendo el formato lánguido y cansador, que hace que los discursos sean falsos y buenos para las promesas que nunca llegan.

Porque no es que la alegría vaya a llegar, todos sabemos que eso nunca fue así, y nunca lo será… La alegría va y viene, como en la vida.

Porque la política es otra cosa. Y nos lo demuestran todos los días.