Skip links

Ganó Milei, el nuevo juego político que comienza en la Argentina (Por Claudio Andrade)

El presidente argentino Javier Milei logró lo que resultaba impensado para la oposición peronista: ganar por amplio margen en las elecciones legislativas.

La peor de las pesadilla se cumplió para los todavía seguidores del viejo peronismo y del “nuevo” que podría encarnar Cristina Fernández de Kirchner. A pesar de la derrota, la ex presidente bailó en el balcón de su departamento-prisión en el barrio de Constitución. Al final de cuentas, más de 7 millones de personas votaron al peronismo.

Milei se acercó a lo que viene buscando desde el principio de su mandato, tener un espacio de poder en el Congreso. Para explicarlo de un modo grueso, Milei quedó casi empatado con la oposición en Diputados y mejor pero aun por debajo en el Senado. En Diputados necesita ahora los votos del Pro que lidera Mauricio Macri y en el Senado no le alcanzan y necesitará tender la mano a otros alianzas.

Por supuesto, en un país tan futbolero como el argentino, uno se pregunta si en estas elecciones ganó Milei o comenzó a perder el histórico peronismo. El comentario que atraviesa las redes es que amplios sectores de la sociedad están agotadas del kirchnerismo, de Cristina, de su hijo Maximo y del culto a su marido. Más todo lo que representan culturalmente.

A esta altura de los acontecimientos el gobierno de Mauricio Macri, en medio de décadas de kirchnerismo, parece apenas un momento, una instantánea en una película larga y agotadora que dejó al país con 50% de pobres.

Después de un largo proceso de errores y de falta de actualización en sus políticas comerciales internas y externas, la Argentina se ha quedado sin dólares y los necesita urgentemente para pagar sus obligaciones de deuda y los propios consumos de su industria. Y en este mundo los dólares mandan, digan lo que digan. En 2026 debe enfrentar unos US$ 19.000 millones en este tipo de obligaciones. Por esto el presidente Donald Trump ya adelantó que Estados Unidos le prestará al menos US$ 20.000 millones. Pero habría más de donde ese dinero vino.

“En 2024 las exportaciones crecieron 19,4% respecto al año anterior y alcanzaron US$ 79.721 millones, en tanto que las importaciones cayeron 17,4% y totalizaron US$ 60.822 millones. El balance comercial arrojó un saldo positivo de US$ 18.899 millones”, indica un reporte del Ministerio de Relaciones Exteriores. En lo que va de 2025 los argentinos ya gastaron más de US$ 8.212 millones en el extranjero.

Por otro lado, los argentinos tienen guardados alrededor de US$277.000 millones fuera del sistema financiero, según estimaciones del Indec. De esta colosal cifra unos UD$33.847 millones se conservan en depósitos de cajas de ahorro y cuentas bancarias.

Esto, de algún modo, explica una parte del panorama.

Mientras que países como Chile, Perú y Brasil no han dejado de expandir el menú de sus exportaciones en los últimos 25 años, la Argentina perdió terreno en el mercado internacional quedándose con aquello en lo que era fuerte: carne, algunas frutas, soja, maíz. Ahora le sumó Vaca Muerta, pero el segundo yacimiento de gas del planeta, necesita más inversiones para alcanzar la meta que todos imaginan en el sector.

Este gráfico refleja el crecimiento de LLA a 93 bancas (+56), desplazando al peronismo a 96 (-2) y al PRO a 14 (-21). Otros bloques como provinciales (+1 a 12) actúan como bisagra.

Por el momento el país tiene parados sus proyectos de represas, padece la falta de inversión en sus carreteras (la Patagonia y en especial Vaca Muerta puede dar un testimonio desesperante sobre esto), sus conexiones aéreas son caras y en ocasiones un verdadero lujo al que muy pocos pueden optar, la inversión pública ya no existe y la privada, si es que de verdad existe y pretende cumplir sus promesas, aguarda condiciones favorables y estabilidad política para depositar su dinero en las cuentas nacionales.

LLA alcanza 19 bancas (+13), reduciendo al peronismo a 26 (-8). El PRO baja a 5 (-2), y provinciales suben a 6 (+2), consolidando a LLA como primera minoría.

El riesgo país podría caer por debajo de los 700 una cifra que lo devolvería a los mercados, al menos en la teoría, pero que sobre todo daría confianza a los inversores. Es que la Argentina no es un país que ofrezca eso que es clave para hacer negocios: paz, tranquilidad política, estabilidad social.

La visión, la sensación, la epidermis de la economía y la sociedad, en definitiva, cuentan y mucho para las empresas. La deuda externa total de la Argentina es de US$305.043 millones, mientras que la de Chile llega a los US$259.996 millones. No hay demasiada diferencia y Chile además tiene 20 millones menos de habitantes. Sin embargo, el riesgo país de Chile es de 118 puntos.

El tiempo corre en contra de los argentinos puesto que las necesidades son muchas y Milei ha decidido eliminar la inversión pública como parte de su ecuación. En el fondo, parece ser, que espera que el capital privado invierta pronto y esa inversión se derrame hacia la sociedad.

Pero, ya lo dijo el filósofo español Antonio Escohotado, para que la riqueza derrame primero debe haber riqueza. Y para que lleguen los dólares tal vez falte un trecho.

El RIGI, mecanismo de incentivo a la inversión privada, acumula alrededor de US$ 30.000 millones en promesas de inversión, pero alguna de esas inversiones, sobre todo las mineras, pueden tardar décadas en consolidarse. Algo similar ocurre con las alucinadas proyecciones de inversión en energía e informática.

Los centros de datos, como el que anunció OpenAI (US$ 25.000 millones de inversión) e incluso mucho más pequeños, están teniendo severas criticas ambientales y sociales del otro lado de la cordillera donde ya fueron levantados en la zona central.

Milei tiene casi lo que quiere y ahora la Argentina necesita de su muñeca para alentar la llegada de los dólares que no sobran. Comienza un nuevo juego.